El Pichi es un niño feliz

El Pichi es un niño feliz El Pichi recibe mucho cariño y atención por parte de familiares y amigos. Foto: Cortesía de la entrevistada..

La noticia enfermó los alegres días de maternidad de la espirituana Marlys Ramírez Camejo. Una Meningitis bacteriana se coló en el diminuto cuerpo de su Osvany Torres, con solo 25 días de haber llegado al mundo. El peligro para la vida del pequeño se lo arrebató de su regazo. Solo una cama de hospital podía “abrazarlo”.

“Le afectó la visión, el caminar… Fue un dolor muy grande para la familia entera. Nos derrumbamos. Mi esposo, mi mamá, mis suegros. Ellos desde ese entonces se volvieron hipertensos”, cuenta esta mujer, a quien la fortaleza se le advierte en la voz.

“Yo tengo mucho apoyo de mi familia, que es muy amplia. Mis vecinos también son atentos, que si un juguito, que si una dulcecito… todo para Pichi; porque así le conocen todos en Sancti Spíritus. Decir Pichi en los Olivos 2, es decir algo grande… Él un niño especial y feliz, porque recibe mucho cariño y atención”.

Mientras acomoda a Pichi, en su butaca, y le sugiere bajar la música, para que no entorpezca el diálogo para la radio, Marlys recuenta sus días como Administradora de la Tienda Brisas del Campo, de Banao, poblado del municipio espirituano, un poco alejado de la capital yayabera.

“Yo viajaba de lunes a viernes, desde San Pablo (Banao) hasta la capital provincial, para la rehabilitación del niño. Veníamos bajo lluvia, sol, y lo que fuera. Al principio me pusieron ambulancia, pero usted sabe que la situación es difícil y a veces no se podía, y tenía que venir en lo que fuera”.

“La rehabilitación primero fue en el Hospital Pediátrico Provincial José Martí, con unos especialistas maravillosos. Luego abrió el servicio de Equinoterapia, con un equipo multidisciplinario. Pichi es fundador de ese programa que tantos éxitos ha tenido. Ya él no está ahí, pero lo siguen visitando por el cariño que le tomaron”, dice orgullosa Marlys, sin mostrar siquiera un ápice de cansancio, a pesar de lo avanzada de la tarde y el apagón prolongado que trastocó sus rutinas.

Marlys se acogió al programa para las madres de hijos con discapacidad severa.Foto: Cortesía de la entrevistada..

Marlys se acogió al programa para las madres de hijos con discapacidad severa.Foto: Cortesía de la entrevistada..

¿Cómo le llegó el beneficio de la Asistencia Social?

“Me acogí al programa para las madres de hijos con discapacidad severa. Desde entonces cuido a mi hijo y me pagan mi salario completo para ello. ¿Quién mejor que yo para cuidarlo? A mi esposo, que es militar, por la situación del niño, le dieron esta casa y nos acercamos a los centros de salud que atienden al niño, sin necesidad de viajar decenas de kilómetros como lo hacíamos antes”.

“Las asistentes sociales que ha tenido Pichi, han sido maravillosas. La de ahora es especial. Tiene problemas con su mamita encamada, pero no nos pierde de vista. No deja de venir, y si no puede pues llama, o envía mensaje por WhatsApp”.

Cuando Marlys menciona a la actual trabajadora social, Pichi sonríe hasta llamar mi atención, y con palabras enredadas en su boca, me asegura que se pone feliz cuando ella llega.

“Ella me da un beso y me abraza. Yo me pongo contento”, interrumpe el niño, mientras sostiene en sus manos el ventilador recargable que le entregó el Estado para sofocar el calor en días de contingencia energética. “Ella se lo trajo”, asevera Marlys, mientras Pichi agradece con una risa a altos decibles.

“Yo no tengo quejas, más bien tengo elogios para la Seguridad Social. Mi niño no solo recibe ayuda económica. Le han entregado módulos con sábanas, toallas, zapatillas… Ha sido para todos por igual. Los de por aquí, que también son atendidos por la trabajadora social, también se han beneficiado. No hay diferencias”,

Ya casi oscurece en Sancti Spíritus, y vecinos que merodean el edificio donde vive Pichi, le sonsacan- como de costumbre- para que les responda con algo picaresco. Pero esta vez es cauteloso en las respuestas habituales, porque hay visita en casa. ¿Es para la radio?, pregunta de nuevo. ¿Quieres decirme algo?, le interrogo y él asiente con la cabeza. Entonces llega la anécdota de su último cumpleaños hace unos días: “Fui feliz, hubo Mariachis, dijo entre risas”.

Los ojos de Marlys se humedecieron y se tocó el pecho con sus manos conversadoras. Imaginé, entonces, que algo de mucho peso merodeaba su mente.

“Yo estudié en Santa Clara Metrología y Control de la Calidad. En mi aula solo había un varón, las demás éramos hembras. Él nos logró contactar y reunir, a través de las nuevas tecnologías. Fue un encuentro lindo. Allí supimos que tenía cáncer. Sus últimas palabras fueron que se iba de este mundo en paz, porque sabía que las tías postizas de Pichi no lo iban abandonar. Ellas, y varias personas, le hicieron un cumpleaños sorpresas al niño, con Mariachis, porque le encanta la música. Allí estaba mi amigo desde el cielo viendo que se cumplía su deseo.

La imaginación de Marlys Rodríguez Camejo, regresa a aquella noche de aniversario, en la que Pichi cantó a todo pecho y aceleró sus latidos del corazón por la alegría de saberse amado y consentido. Su madre, borró, por instantes, las lágrimas que mojaron sus mejillas en el hospital infantil cuando su pequeño hijo se disputaba la vida.

“Yo no encuentro palabras para agradecer a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos, y al Estado Cubano, en especial, porque no me han dejado sola ni un instante. Soy afortunada, y sobre todo vivo con la satisfacción de que mi niño es feliz.

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  1. Yris Rubio Diaz dice:

    Un saludo para Pichi,para sus padres,amigos y familiares y una vez más la convicción de que en mi Cuba revolucionaria nadie queda desamparado .

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