Thelvia Marín, escultora y espirituana

Thelvia Marín, escultora y espirituana

Durante siglos la escultura, como otros oficios y obligaciones, estuvo vedada a la mujer.

Quizás por lo rudo del trabajo manual que realizaban estos artistas no existe en la historia, cuando uno vuelve la vista a otras culturas, obra perdurable de escultura atribuida a una mujer.

Son hombres los grandes escultores de la historia del arte: Miguel Angel, Da Vinci, Rodin, y solo desde hace relativamente muy poco tiempo las féminas incursionan en este género de las Artes Plásticas.

Cuba no fue la excepción de esta regla, lo que hace aún más meritorio el trabajo de nuestras escultoras.

Si en el país la escultura está marcada por la presencia de Rita Longa, máxima exponente femenina, Sancti Spiritus cuenta con Thelvia Marín, creadora de los dos monumentos de mayores dimensiones en nuestra geografía: Los conjuntos escultóricos a Serafín Sánchez Valdivia, en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre, y a Camilo Cienfuegos, en el Mausoleo de Yagüajay.

Thelvia Marín, hija del prestigioso músico espirituano Rogelio Marín Mir, nació en Sancti Spiritus el 28 de agosto de 1922. Escultora, pintora, poetisa, psicóloga, periodista y escritora.

Obtuvo la distinción La utilidad de la virtud, que otorga a nivel nacional la Sociedad Cultural José Martí a personalidades e instituciones con una destacada trayectoria en las lides de la promoción de la obra martiana. Hija Ilustre de Sancti Spíritus. Madre del destacado director de orquesta Jorge López Marín.

En su carrera como escultora en Gran Canaria ella erigió tres monumentos: uno dedicado al Labrador, en Agüime; otro al Emigrante, en Telde, y el tercero a Leonor Pérez, madre de Martí, en su tierra natal, Tenerife.

El Monumento al Trabajo, al Desarme y la Paz, que está instalado en la Universidad para la Paz, en Costa Rica y tiene 21 metros de diámetro y 18 de alto.

Igualmente integran su catálogo escultórico 14 bustos del Apóstol cubano de la independencia en varios países del subcontinente y en Angola, un busto de Quirino Amézaga, el esclavo que Serafín Sánchez enseñó a leer, y que lo acompaña en el conjunto monumentario de la Plaza espirituana.

Otras de las huellas de Thelvia Marín en nuestra provincia es la escultura a Faustino Pérez, en la ciudad de Cabaiguán.

Espirituana de pura cepa era habitual que Thelvia reservara regularmente un espacio en su abultada agenda para visitar, en ocasiones significativas su terruño.

En entrevistas y encuentros sostenidos aquí, Thelvia hizo público en más de una ocasión, el enorme compromiso en que se vio envuelta al aceptar la realización de ambos conjuntos escultóricos y de qué forma llevó a feliz término tal empresa, con la ayuda de otros muchos espirituanos.

Ambos conjuntos, de bronce y con las figuras de Serafín Sánchez y Camilo Cienfuegos erguidas, constituían un reto para cualquier escultor.

Esta mujer, de aparente fragilidad supo enfrentar a pie de obra los retos de la fundición y de esta forma legarnos una expresión acabada de recuerdo histórico, que la sitúa como artista, en el indispensable catálogo de la escultura cubana.

Thelvia Marín, escultora, se convirtió de esta forma en una de las pocas cubanas que ha logrado instalar en su patria dos esculturas de bronce de tan señaladas dimensiones.

Esta hija ilustre de nuestra ciudad, falleció el 25 de junio de 2016 y nos legó su obra y su recuerdo.

 

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