Marta Rojas: Las marcas de una guerra

Marta Rojas: Las marcas de una guerra Marta Rojas visitó Vietnam en reiteradas ocasiones.

El estigma de la guerra, de la barbarie apareció pronto. Cada vivencia sobrecogía a la ya fallecida periodista Marta Rojas, quien llegó al sur de Vietnam a finales de 1964. Cierto día, cuando Marta y su colega Raúl Valdés Vivó fueron a colocar un sello del Comité Cubano de Solidaridad en el pecho de una combatiente, ella se negó a que se lo hicieran. Lo aprehendió entre sus manos y se lo puso en la blusa que se hundía en la cavidad de sus senos. Ese retraimiento no era excepción; en la provincia de Camau, los terroristas yanquis en 1964 violaron a 200 muchachas, a quienes cortaron sus pechos y a muchas les sacaron los órganos femeninos con las bayonetas.

Usted dialogó y conoció a soldados estadounidenses. ¿Qué le deparó ese contacto?

“Visitamos un campo de prisioneros que era cuidado, precisamente, por combatientes jovencitas. A esos norteamericanos, los vimos aterrados. Pensaban que esas mujeres podían vengarse; ellos sabían que no podían escaparse porque aquel sitio estaba rodeado de trampas.

Se ponían lívidos cuando escuchaban el bombardeo de sus propios aviones”.

Al decir de Marta en una de sus crónicas, a aquellos hombres que pisaban con la punta del dedo gordo para no enfangarse los pies, al caer los rockets o el napalm, ningún refugio les parecían hondo y solo, entonces, enterraban las narices en el fango.

Y en medio de tanto dentellar, de ripios humanos, la reportera advirtió cómo el jefe del campamento, héroe de la resistencia contra los franceses, veneraba la obra de Ernesto Lecuona y, en especial, Siempre en mi corazón, cuya letra ella se la escribió en español.

“Salimos del campo de prisioneros —relataría después— atravesando el área rodeada de trincheras, llena de minas (…) era mediodía y acabábamos de sufrir el tercer raid aéreo de aquel día lluvioso y también de conocer por la radio las nuevas victorias guerrilleras”.

¿Por qué la radio les fue tan fiel aliada bosque adentro?

“La radio no solo nos actualizaba del avance del FNL. Los vietnamitas tenían una emisora, Liberación, que era como Radio Rebelde en la Sierra Maestra, y que, a su vez, captaba la radio internacional. Por esa emisora nos enteramos de la carta de despedida del Che a Fidel, de que se habían fundido los periódicos Hoy y Revolución, y que al otro día saldría Granma.

DE ACTUACIONES

La vicecomandante de las Fuerzas Armadas de Liberación, Nguyen Thi Dinh, invita a los cubanos a asistir al “teatro” en la profundidad de la jungla, en una posición del Estado Mayor. De telón de fondo, restos de paracaídas. Entre la semioscuridad, el cantante evoca la figura de Nguyen Van Troi. Los cañones crepitan cerca; la oficial intercambia con los suyos. Ahora actúa un conjunto de danzas. Los estampidos se aproximan…

“El pueblo nunca dejó de cantar y actuar en el bosque, donde resistía y vivía. Allí se editaban periódicos, libros; había talleres, escuelas. Se hacía la vida común. Viendo todo el cuidado que les daban a la retaguardia y los procedimientos de la lucha, uno no tenía que esperar a que los vietnamitas nos mostraran las victorias en los mapas para convencernos de su futuro triunfo”.

En las crónicas de su primer viaje, se observa el protagonismo de los hombres y mujeres en esa resistencia.

“Precisamente porque el pueblo era su arma estratégica de la Revolución”.

De ese pueblo nació Phong, aquella artista víctima de malaria, que tambaleante salió al centro del escenario y cantó para los amigos cubanos; de ahí, nació Ngoc, el ayudante de la guerrilla, a quien Marta bautizó como “Eficiencia” porque todo lo preveía; de ahí, nació aquel combatiente que después de haber perdido la mitad de su cuerpo, lanzó una granada contra un tanque enemigo y precipitó el desenlace favorable de la batalla. Marta Rojas los conoció e, incluso, al líder de aquel pueblo, el presidente Ho Chi Minh; de ese encuentro, hablaremos en una próxima entrega periodística.

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