Los otros hijos de Atenas

Los otros hijos de Atenas Gracias al Programa de Atención a la Pareja Infértil, guiado por la doctora Atenas, se han logrado en Jatibonico alrededor de 30 embarazos.

“Cuando una asiste un parto y escuchas llorar a ese niño que llega al mundo, el corazón te empieza a latir, chaca, chaca, chaca. Ese acto, no por cotidiano, deja de emocionarme”. Las palabras llegan sueltas en voz de la doctora Atenas Margarita Ávila Mayea, una de las obstetras más reconocidas de Sancti Spíritus, quien recientemente recibió la distinción Manuel (Piti) Fajardo, otorgada por el Consejo de Estado.

Todavía, con tres décadas y media de ejercicio, pasa horas en las consultas protegiendo los destinos de un embarazo, o dentro de un salón de parto recibiendo una vida en brazos, pendiente del primer llanto.

El nombre encaja justamente en su dimensión humana. Atenas, según la mitología griega, proviene de Atenea, diosa protectora, impulsora de las ciencias, la educación y la justicia. Fue su abuelo, sastre y lector empedernido de la literatura antigua, quien atinadamente bautizó a sus 14 hijos con nombres de dioses y guerreros, entre ellos al tío Pompeyo, jefe regional de Ginecología y Obstetricia durante muchos años en el centro del país y principal inspirador del estudio de la Medicina en la familia.

Aunque nacida en la ciudad de Sancti Spíritus, la doctora Atenas se sintió hija de Trinidad en los inicios de su profesión, cuando en 1987 el Hospital General Tomás Carrera Galeano y el entonces policlínico nuevo, de ese municipio constituyeron fecundos escenarios de entrenamiento para los estudiantes de primer y segundo años de la residencia de Ginecología y Obstetricia.

“En el hospital hacíamos guardia cada tres días, y si nos necesitaban los ortopédicos para operar, nos llamaban. Cirujanos de todas las especialidades nos pedían ayuda y nosotros íbamos. Aprendimos de ellos a trabajar en equipo. Fue una escuela en todos los sentidos”.

Con apenas dos años de graduada, Yaguajay la recibe y la novel obstetra asume la dirección del Hospital General Docente Joaquín Paneca. Ya para entonces, la doctora Atenas da lecciones de buenas prácticas a sus alumnos.

“Era tan joven como mis estudiantes, solo tenía 24 años. Residentes y especialistas en Medicina General Integral, todos hacían las guardias de Obstetricia conmigo y realizaban partos, participaban en las operaciones de cesárea.

“Hace pocos días regresé a Yaguajay después de 30 años y me hizo feliz reencontrarme con ellos y recordar. Todos me decían: ‘Profe, ¿se acuerda del parto difícil de aquella señora, de aquella cesárea’. Eso me emocionó muchísimo”.

Hacedora de utopías como pocas, esta mujer ancló definitivamente en Jatibonico en 1992; desde entonces, entre la obstetra y la directiva de Salud no hay divorcio y lo dice resuelta, pues no le pesan las horas ni los desvelos.

A su llegada a Jatibonico, asumió el encargo de asesora municipal del Programa de Atención Materno Infantil y en el 93 y el 94 la dirección municipal de Salud. “Fue estoico ocupar esa responsabilidad en pleno período especial. Andaba en bicicleta para arriba y para abajo; no sé cuántos kilómetros recorría al día en ese ir y venir. Recuerdo los apagones en el hospital; poníamos mechones en todos los lugares y se llenaban de humo los techos. Al otro día, tempranito, pintábamos con cal todo aquello.

“Tenía un bebé menor de un año y mi mamá me ayudaba a cuidarlo. Había muy poco tiempo para estar con él. Salía siete de la mañana y llegaba a las once de la noche. La suerte era ella y mi familia que todavía me apoyan incondicionalmente”.

Hay quien relata que la doctora Atenas se montaba en un tren o a caballo y junto a una brigada médica llegaba a lugares tan lejanos como Los Güiros o San Marcos, en los límites con Yaguajay, donde los mosquitos, “parecían hombres”, y aun así se atendía a los pobladores. “Cuando alguien preguntaba por alguna falla en el sistema de Salud, ellos respondían con la sinceridad de un niño que siempre dice la verdad”, subraya la especialista.

LAS PREGUNTAS DE FIDEL

“¿Cuántos bloques se pueden poner en una hora? ¿Qué tiempo demora repellar una pared de cuatro metros?”. Aquellas dos preguntas de Fidel dejaron petrificados a los médicos que en 2004 asumían la dirección de los policlínicos en el país y que fueron convocados para un encuentro en el Palacio de las Convenciones, de La Habana.

“Unos a otros nos mirábamos nerviosos y preguntábamos: ¿Cómo si somos médicos tenemos que saber eso? Él, como adivinando lo que estábamos pensando, dijo: ‘Ustedes son los principales inversionistas de esas obras y entre más sepan, más calidad tendrán las acciones constructivas que se están ejecutando allí y más rápido se terminarán porque el pueblo necesita de otros servicios’.

“De repente, Fidel cambió la conversación y nos convocó a hablar de medicamentos. Todos abrimos los ojos pensando en qué preguntas haría. ‘¿Cuántos diabéticos tienen ustedes registrados en sus áreas de Salud y cuántos usan insulina?’. Hubo respuestas muy vagas. A raíz de aquel encuentro, empezó la dispensarización en todas las farmacias de Cuba y se tenía control de los pacientes con tratamiento de Metformina, Insulina, Atenolol, Captopril. Era tremenda esa visión de futuro del Comandante”.

DE MOLINOS DE VIENTOS, LA COVID Y OTROS DESAFÍOS

Todavía no se lo explica, pero en el 2005 esta mujer cubanísima, admiradora de Ivette Cepeda, de la Trova y de los Van Van, fungió, por dos mandatos consecutivos, como delegada de la Circunscripción 5 de Jatibonico a la Asamblea Municipal del Poder Popular. Viviendas en mal estado que reparar, otras necesitadas de ser levantadas desde los cimientos debido a un incendio, familias vulnerables que atender, quejas pendientes relacionadas con el abasto de agua; contra esos molinos de viento también luchó esta obstetra.

Ni con lisonja ni mentiras se ayuda verdaderamente a una obra justa, dice la martiana furibunda que tocaba las puertas para sentarse y escuchar. “La humildad vale mucho y uno es un servidor, que vive y trabaja en esa zona. No eres un ser humano de otra galaxia; tienes las mismas carencias que los demás y eres, igual, una gente de a pie”.

Con tres décadas y media de ejercicio, la doctora Atenas pasa horas en las consultas protegiendo los destinos de un embarazo.

Con tres décadas y media de ejercicio, la doctora Atenas pasa horas en las consultas protegiendo los destinos de un embarazo.

Diáfana, sin medias tintas, Atenas admite que tantas responsabilidades la han agobiado a ratos; sin embargo, ha respirado y ha vuelto una vez más al sacerdocio de salvar que nunca antes fue tan difícil como en los años de la pandemia de la covid.

¿Cómo llegó a dirigir un policlínico en medio de tanta conmoción? ¿Cómo lidió con la escasez, los miedos y las exigencias necesarias a un personal médico exhausto en los meses finales?

Puntea una y otra vez el bolígrafo contra la receta en blanco, hace una pausa y en las primeras palabras agradece con voz maternal a los médicos jóvenes, recién salidos del cascarón, como bien dice ella, que asumieron turnos de hasta 24 horas, a veces con más de 200 personas en espera de ser atendidas.

“Llegaban las guaguas del campo repletas de enfermos y había que atenderlos, y detrás de todo ello, un equipo sanitario completo pendiente de los aplicadores, del Nasalferón. Debíamos decidir a quién priorizar, si había disponibilidad de camas, transporte, oxígeno. Los pacientes estaban desesperados, y salíamos a explicarles, luego volvíamos a las consultas y le dábamos fuerza a los médicos. Fue muy duro ver morir personas por esta enfermedad tan terrible. Los muchachos recién graduados lloraron, los más viejos lloramos, el personal de servicio también; pero primó algo, el deseo de hacer todo lo que humanamente se pudo por salvar una vida”.

Y en este mismo Policlínico uno cuyas riendas siguen en sus manos, la obstetra localizable durante todo el año en Jatibonico continúa sin reposo. “Nunca he dejado de ejercer como médico. Cada vez que escucho sonar el teléfono en mi casa, ya sé que algo está pasando y me vienen a buscar lo mismo a las dos que a las cinco de la mañana”.

¿Cuántos espirituanos le agradecen a Atenas haber venido al mundo?

“No alcanzo a contarlos, solo sé que hoy trabajan conmigo médicos que yo asistí los partos de sus madres y alrededor de 30 embarazos han sido fruto del Programa de Atención a la Pareja Infértil. Una paciente diabética y con amputación de una de sus piernas, dio a luz gracias a este programa; igual le ocurrió a una fiscal del municipio, primero hubo que extirpar un fibroma y luego hacer una cesárea; pero ahí está su niña.

“En la comunidad de Bernal he realizado partos extrahospitalarios como tres veces a la misma mujer que hoy tiene como cinco muchachos. Esta última vez fue varón y gritaba: `¡Tráiganme a Atenas para que me haga el parto!´”.

 

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