Gesto voluntario que salva vidas

Gesto voluntario que salva vidas

En un contexto global en que las reservas de sangre no siempre alcanzan para cubrir la demanda hospitalaria, la donación voluntaria se convierte en un acto vital y estratégico. En Cuba, un país con un sistema de salud gratuito y universal, este gesto adquiere aún más relevancia. La donación altruista de sangre garantiza la vida de miles de pacientes cada año, a la vez que representa un ejemplo tangible de solidaridad y compromiso ciudadano con el bienestar colectivo.

Indispensable para cirugías, tratamientos de cáncer, trasplantes, partos complicados, pacientes con enfermedades hematológicas y accidentes de todo tipo, la sangre no puede fabricarse, de modo que, según la Organización Mundial de la Salud, la única manera de asegurar un suministro suficiente es a través de donaciones voluntarias y regulares.

En la isla, la donación voluntaria de sangre es parte del imaginario colectivo desde las décadas de 1970 y 1980, cuando se fortaleció la red de bancos de sangre y se vinculó este gesto con los valores revolucionarios. Desde entonces, organizaciones como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas han desempeñado un papel crucial en la movilización y el reconocimiento a los donantes.

Esta cultura se cultiva también desde las escuelas, donde los jóvenes reciben información sobre la importancia del acto y, al cumplir la mayoría de edad, muchos se suman como donantes por primera vez. En fechas como el Día Mundial del Donante de Sangre, que se celebra cada 14 de junio, se realizan homenajes a los donantes destacados, algunos de los cuales han llegado a superar las 100 extracciones a lo largo de su vida.

Sin embargo, no todo es optimismo: Cuba enfrenta desafíos derivados de la situación económica, el envejecimiento poblacional, la migración de jóvenes y la baja natalidad, fenómenos que han reducido la disponibilidad de donantes potenciales. A ello se suman problemas logísticos, como el transporte o la disponibilidad de reactivos, que también impactan en la operatividad del sistema.

A pesar de todo, las autoridades cubanas han reiterado su compromiso con mantener la autosuficiencia en productos sanguíneos, un logro que pocos países con recursos limitados pueden exhibir.

El Ministerio de Salud Pública ha reforzado las campañas informativas y trabaja en conjunto con actores comunitarios para incentivar la donación regular.

Vale recordar que, en medio de la pandemia de covid, la donación de plasma convaleciente fue clave para algunos tratamientos experimentales, respuesta que mostró la disposición del pueblo cubano a colaborar incluso en circunstancias difíciles.

Más allá de los beneficios médicos, donar sangre es también un acto que transforma a quien lo realiza. En Cuba este gesto voluntario da fe de un gran sentido de humanidad en tiempos difíciles, cuando la indiferencia parece ganar terreno.

Promover y proteger esta práctica es, hoy más que nunca, una responsabilidad compartida, porque cada gota cuenta.

 

Fuentes: Periódico Escambray, Granma, Infomed

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