Un burro famoso
Dicen que, en el fútbol, no hay mejor defensa que el ataque. Cuando llegó mi amigo, siempre deseoso de conocer anécdotas y personajes, le pregunto:
—Arnaldo, ¿te acuerdas del burro Perico?
—Gaspar, hay muchos burros famosos: Perico, el de Santa Clara es uno. Me acuerdo del burro de Mayabe, ese que tomaba cerveza… Y está la Loma del Burro, que no es un animal, pero es un lugar muy popular. A fin de cuentas, escogieron a un burro para ponerle nombre.
—Pues del burro Perico te cuento. Encontré una crónica en una revista Bohemia, de allá del 47. El periodista Enrique de la Osa la publicó por la muerte del burro Perico.
—Así sería Perico, cuando aquello llegó hasta la prensa de La Habana. ¿Y por qué tanta fama?
De ese modo comenzamos la charla, una mañana cualquiera. Le cuento:
—Perico era propiedad de un vendedor de caramelos que andaba con Perico por todo Santa Clara. Un día, aquel caramelero ganó una casa en un concurso y lo dejó abandonado.
—¡Era más animal que el burro! —apuntó sabiamente mi amigo. Seguí la historia:
—El caso fue que el pobre Perico tuvo que vivir deambulando por Santa Clara. Los vecinos lo conocían de antes y le dieron a Perico el cariño que le negó su dueño. Siempre a la misma hora, Perico metía el hocico por las ventanas de las casas donde lo trataban bien y le daban comida. Todos sabían que Perico no tenía dientes y le preparaban su ración para que le fuera fácil comer: pan y cáscaras de frutas maduras.
—Ven acá, Gaspar, ¿y cuando avanzaba la tarde?
—Ah, pues Perico iba hasta una famosa cervecería de Santa Clara y allí le daban siempre una botella. Pero con una condición.
—¿Cuál, si se puede saber? —Pregunta incrédulo mi gran amigo: ¿cómo un cuadrúpedo podía poner condiciones?
—Que la cerveza estuviera bien fría. Si no, la rechazaba. Eso sí, con mucha naturalidad.
—¡No era bobo el famoso Perico!
—¿Te diste cuenta? Pasó que, cuando la segunda guerra mundial, Perico sólo conseguía comer de la hierba del Parque Vidal de Santa Clara. Después, tuvo otro dueño que, cuando llegaban los carnavales, lo paseaba por la ciudad. Los niños lo querían mucho.
—Ahora comprendo —me dice Arnaldo— por qué Perico fue noticia cuando murió.
—Mira, cuando Perico murió, se le dio permiso a su último dueño a enterrarlo en el patio de su casa. Hasta se imprimieron invitaciones para el sepelio. Y hubo despedida de duelo, y todo.
—Eso lo leí, Gaspar: fue un senador de Cárdenas quien habló.
—Te digo más: la muerte del burro Perico fue noticia en los periódicos de La Habana, en la prensa extranjera y, como si fuera poco, la noticia salió en primera plana en el Havana Post, único diario que circulaba en inglés por La Habana.
¡Ojalá que muchos santaclareños hayan recordado con nosotros al burro Perico!
“…Amigos, suficiente por hoy”.