Tuinucú, con olor a melaza
Tuinucú nació al lado de un trapiche. Hace más de tres siglos, un puñado de esclavos ya movían las ruedas dentadas, con pasos cansinos y torsos semidesnudos. Así, los negros trituraban la caña para sacarle el jugo; así, los blancos trituraban a los negros para sacarles el jugo a los negros y a la caña.
A partir de 1910, el batey de Tuinucú tomó cuerpo con la construcción de la iglesia, tienda de víveres, calles, escuela, los barracones para los obreros, quienes laboraban hasta 12 horas al día, según las leyes de los Rionda.
A instancias de la acaudalada familia, arribó al batey el ingeniero estadounidense Frank H. Jones para supervisar el sistema eléctrico del central. El Americano —como lo nombraban— situó a Tuinucú, a la postre, en el mapa de las comunicaciones del país al protagonizar la primera transmisión radial de onda corta con carácter experimental en Cuba en 1912.
Once años después, el 9 de marzo de 1923 el propio Jones sacó al aire oficialmente la emisora 6KW, la primera de su tipo en la actual provincia espirituana. Frente al micrófono, dos notables de la trova cubana: Rafael Gómez Mayea (Teofilito) y Alfredo Varona.
Capaz de cantarle las cuarenta al más pinto de la paloma, el pinareño Melanio Hernández puso los pies en el batey en los años treinta y, junto a Jesús Menéndez, líder obrero que también cortaba por lo sano con la misma fuerza que derribaba plantones de caña, logró el reconocimiento del sindicato por la administración del central en 1934. Paros y huelgas se tornaron cotidianos en la década de los 40, cuyo clímax resultó la protesta por el pago del Diferencial Azucarero en enero de 1948, encabezada por Armando Acosta.
Dos meses más tarde, nació a la sombra de las torres del ingenio José Antonio Huelga. Bautizado por Fidel como el Héroe de Cartagena, gracias a sus dos memorables victorias frente a Estados Unidos en la XVIII Serie Mundial de Colombia, en 1970, a este lanzador la muerte lo sacó del box cuando tenía apenas 26 años.
Al contrario le sucedió a la también lugareña María Álvarez Ríos, fallecida a los 91 años en 2010. Compositora, pianista y pedagoga, fundó el grupo Meñique; una de sus creaciones de excelencia.
Son retazos de una historia mayor, mirada con lupa por el estudioso local Santiago Serrano. Una historia que nació a los pies del central y que no debe escabullirse como lo hacen las aguas del río Tuinucú en el bolsón de la presa Zaza. Son trazos de la historia del único batey azucarero que queda con vida en la comarca espirituana.