Trinidad y sus brisas a las puertas de la humanidad
Nació entre rejas, portones, calles empedradas, al amparo del mar y de las montañas.
Desde cada escenario se escucha el paso de los milenarios hijos de África que a ella llegaron, para sudar y sangrar en plantaciones cañeras, ingenios azucareros, hatos ganaderos.
Estremecen también la opulencia de las casonas y mansiones de los grandes hacendados, que coparon el maravilloso Valle de los Ingenios para sacarle riquezas a las tierras y a las oportunidades productivas y del comercio de turno.
La Villa nació hace casi 511 años. Y hace más de tres décadas y media su embrujo y el del Valle fueron premiados con el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Y ahí está, con sus puertas abiertas, para que el mundo entero la acaricie, la disfrute.
Con casi 511 años Trinidad es una ciudad que embruja. Foto: Oscar Alfonso Sosa.
La Plaza Mayor, un sitio emblemático de la urbe, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Foto: Oscar Alfonso Sosa.
Las añejas brisas de su arquitectura, sus calles de piedra, retienen el aroma de los años. Foto: Oscar Alfonso Sosa.
Entre sus huellas la vida cobra matices en Trinidad. Foto: Oscar Alfonso Sosa.
El Valle de los Ingenios, un escenario natural que atrapa. Foto: Oscar Alfonso Sosa.
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