Serafín Sánchez: No deseo vivir sin dignidad

Serafín Sánchez: No deseo vivir sin dignidad Serafín cayó en combate el 18 de noviembre de 1896.

Tempranamente, Serafín Sánchez Valdivia comprendió que la libertad no le tocaría la puerta de casa. Desde su alzamiento en Los Hondones, Sancti Spíritus, el 6 de febrero de 1869, hilvanó una épica, distinguida por sus subordinados y por los jefes militares a quienes prestó servicio durante la contienda, entre ellos, Honorato del Castillo, Ángel del Castillo, Máximo Gómez, Ignacio Agramonte y Carlos Roloff.

Investigadores del Museo Casa Natal Mayor General Serafín Sánchez Valdivia refieren que, por disciplina, el paladín depuso las armas en Ojo de Agua el 28 de febrero de 1878 y así se acogió a la capitulación con la metrópoli; aunque no la aceptó por principios. Su opinión lo revela: “El Zanjón fue en el fondo una cobardía, en la forma una vileza infame y en sus funestos resultados una traición execrable contra Cuba”.

Explicable por qué suscribió el acta de la Protesta de Jarao, liderada por Ramón Leocadio Bonachea el 15 de abril de 1879, y volvió a las armas durante la Guerra Chiquita. Debido al fracaso de esta, salió hacia Estados Unidos desde la costa norte de Las Villas el 1 de agosto de 1880; un día antes, el ya entonces Mayor General escribió a su madre: “Me marcho contento porque al fin salgo huyendo de esta tierra en la que no deseo vivir sin dignidad en medio de tanto esclavo traidor (…) yo siempre escribiré desde el extranjero”.

Apenas días residió en Nueva York, de donde partió rumbo a República Dominicana, tierra en la que apoyó el Plan Gómez-Maceo (1884-1886).

EL MÁS SANTO DE LOS SACRIFICIOS

4 de abril de 1881. Falta poco para que la noche duerma a Santo Domingo. Desde la desembocadura del río Ozama, los pitazos anuncian que un vapor atracará pronto y, a esta hora, Serafín toma la pluma para responder una carta de su padre, llegada junto a otras de su esposa Josefa Pina Marín (Pepa).

“La contesto con inmenso placer —le indica el hijo de 34 años—. Me refiere Ud. en ella su situación presente y la de la familia que nada tiene de halagüeña, y á la verdad que esto me hace sufrir muchísimo; pero en descargo de mi conciencia debo decirle que si existe responsabilidad, no es mía por ningún acto de mi pasado, y sí lo es, de los que durante cuatro siglos hace la desgracia de Cuba, país digno de mejor suerte. Me refiero solamente á los gobernantes de España”.

“(…) Aquí vivo pobre, es verdad, pero soy mío”, le subraya a José Joaquín el hijo de 34 años, quien había montado una “tiendecita”, según le comenta a su padre, gracias a la ayuda monetaria de dos emigrados e independentistas: el abogado espirituano Ignacio Belén Pérez y el doctor santiaguero Ulpiano Dellundé, amigo de Martí.

En la misiva, Serafín le confiesa que al no acostumbrase a “llevar el pesado yugo del esclavo”, hace 12 años rompió con todo; “pasé por encima de todo, resignándome á todos los sacrificios, (…) sin mas ideal que conseguir el bien estar para mi Patria, para mis hermanos y para mi familia: ningún otro interés me ha llevado hasta este sacrificio el mas noble y el mas santo: el sacrificio por los demás”.

SEGUNDA PATRIA

Por más de una década vive Serafín Sánchez en tierra dominicana, la que estimó como su segunda patria; allá arriba “enfermo de cuerpo y de alma, y sin recursos”, escribe Gonzalo de Quesada en una semblanza del espirituano, aparecida en el libro Héroes Humildes (1894) y redactada por el también amigo de Martí, al parecer por recomendación del Maestro.

En República Dominicana, Sánchez Valdivia se “consagró al trabajo material del campo, ya en los ingenios de azúcar, ya en las líneas de ferrocarril (…), pero jamás manchando con bajeza alguna su nombre límpido; sin olvidarse un solo día de la causa de Cuba”, anota con letra gruesa Quesada, quien conoce, igualmente, la sencillez del espirituano, apreciada en Cayo Hueso, donde, a petición de José Martí, realizó una intensa y valiosa labor a favor de la causa independentista cubana.

“De la silla gloriosa de mandar, a la silla no menos gloriosa del obrero —subraya Quesada—, podrá parecer un rebajamiento a los que no comprenden las grandezas verdaderas del carácter humano. Otros pensarán que el soldado pierde lustre en el trabajo; pero los que quieren fundar pueblos libres y dichosos, republicanos de veras, admiran a este general”.

 

Nota: En esta citada se respeta la ortografía original. Agradecemos la colaboración del colectivo del Museo Casa Natal Mayor General Serafín Sánchez Valdivia para la realización de este reportaje.

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