Saúl Rodríguez, el decano de Cemento Siguaney

Con un nudo en la garganta y la voz entrecortada, agradeció el taguasquense Saúl Rodríguez Pérez el reconocimiento ofrecido por el proyecto sociocultural La Tagua Martiana, de la Casa de Cultura Municipal, a su desempeño y el de sus compañeros de la Empresa de Cemento Siguaney.

En un instante se agolparon los recuerdos de aquellos egresados de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas llegados a la industria hace más de 50 años.

Entre los nuevos ingenieros, discípulos de excelentes profesores y de valiosos colegas, fue de los más aventajados, con el aval de haber sido dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria.

A la vuelta del tiempo, puede afirmarse que Saúl es hoy la fábrica de cemento y, en reciprocidad, su industria es Saúl.

Supo beber todas las enseñanzas de los más adelantados para con esmero hacer ciencia y arte con los viejos hierros checos que, como él mismo manifiesta, todos los días se rompen, pero también todos los días aportan un poquito de cemento para el pueblo.

Guarda la satisfacción de que Siguaney fuera la pionera en emplear como energía el petróleo crudo cubano. Pero es también memoria viva de la audacia de los obreros taguasquenses para montar la única línea de cemento blanco de la nación.

Este incansable obrero no soportó la quietud de la jubilación y volvió a su ajetreo habitual en Siguaney.

Su quijotesco esqueleto, andar pausado e inteligencia van siempre al acecho de la novedad y la diversidad y es protagonista de los misterios y secretos para que su vetusta fábrica sea en la actualidad la única activa dentro de la isla.

Como empresa estatal, mucho se le agradece al colectivo de Saúl el acomodo a los nuevos tiempos: el encadenamiento con otras formas de gestión, la diversidad de producciones para el sector de la construcción y el más reciente logro de la fabricación de cemento para su empleo en los pozos de petróleo.

Saúl Rodríguez Pérez no se embriaga con los elogios oportunos; es grande y su espíritu vive con humildad la gloria de los hombres de pueblo.

En Cemento Siguaney siguen creciendo hombres de la estirpe de este talentoso ingeniero, orgullo de Taguasco, que no ha podido decir adiós a los hierros viejos de su entrañable fábrica.