Sancti Spíritus, la villa que nació en Pueblo Viejo
De tabla de palma y guano levantaron los conquistadores españoles la iglesia, algunas casas desparramadas, las estancias donde lavaban el poco oro de los ríos. En aquel paraje incipiente, conocido luego como Pueblo Viejo, vio la luz, “con la venia de la Corona Española”, el 4 de junio de 1514 la villa del Espíritu Santo.
El sitio, ubicado a orillas del río Tuinucú, fue el primer asentamiento de lo que con el tiempo se convertiría en una ciudad de rica herencia cultural, religiosa y arquitectónica: Sancti Spíritus, la única comarca en Cuba que conserva hasta nuestros días su nombre en latín.
El Adelantado Don Diego Velázquez de Cuéllar, quien ya había fundado Baracoa, Bayamo y Trinidad, ordenó establecer Sancti Spíritus como parte de su estrategia para asegurar el control del interior de la isla y facilitar las rutas de comunicación entre el oriente y occidente del nuevo territorio bajo sus dominios.
El lugar escogido inicialmente fue una planicie fértil a orillas del río Tuinucú. Esa zona ofrecía condiciones estratégicas para la agricultura, el asentamiento humano y el acceso fluvial. No obstante, la fundación no se produjo sin dificultades. Los primeros colonos, que venían con sus familias, animales y herramientas, tuvieron que enfrentar el clima húmedo, la resistencia de las comunidades indígenas y la falta de infraestructuras básicas.
Aunque la población se mudó en 1522 varios kilómetros hacia el sur —al lugar donde actualmente se encuentra el centro histórico de la ciudad—, Pueblo Viejo sigue siendo un sitio de valor arqueológico y simbólico.
Entre los pobladores iniciáticos, además de soldados y colonos españoles, se hallaban esclavos africanos traídos desde la isla La Española, quienes fueron obligados a trabajar en la construcción, la agricultura y las labores domésticas. Asimismo, los grupos indígenas locales fueron rápidamente reducidos a la servidumbre a través del sistema de encomiendas, lo que produjo un fuerte impacto en la demografía y la cultura originaria de la región.
En términos administrativos, la villa fue una de las primeras en tener cabildo propio, es decir, un órgano de gobierno local conformado por regidores, alcalde y escribano. Esto le otorgó autonomía relativa y capacidad para regular sus asuntos internos, desde el orden público hasta el comercio y la justicia. También se establecieron los primeros vínculos con otras villas fundadas por Velázquez, lo que favoreció un incipiente despertar del comercio.
La fundación en Pueblo Viejo representa el germen de una ciudad que, 511 años más tarde, aún conserva una parte importante de su herencia colonial.
Hoy, los historiadores y arqueólogos trabajan por preservar los vestigios de aquel primer asentamiento. Las excavaciones han revelado fragmentos de cerámica, estructuras rudimentarias y restos humanos que confirman la presencia estable en la zona desde inicios del siglo XVI.
Además, se promueve el reconocimiento de Pueblo Viejo como sitio patrimonial, en un intento por proteger este capítulo inicial de la historia espirituana del olvido y el deterioro.
La fundación de Sancti Spíritus en Pueblo Viejo no fue solo un acto formal, sino el inicio de un proceso de transformación profunda que marcaría el centro de Cuba para siempre. Entre sueños de oro, devoción religiosa y dominación colonial, nació una ciudad cuya historia aún resuena en las piedras de sus calles, los arcos de sus iglesias y la memoria viva de su gente.
Fuentes: El Fénix, periódico Escambray, Ecured
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