Rumbo al Escambray: Atrás el río Jatibonico del Sur
En medio del hostigamiento de las huestes de la tiranía de Fulgencio Batista, el Comandante Ernesto Che Guevara, al frente de la Columna No. 8 Ciro Redondo, decide que en la noche del 11 de octubre de 1958 la tropa rebelde cruzará el río Jatibonico del Sur. Se determina el lugar para hacerlo y la exploración opera.
La fuerza guerrillera sale de El Macío. La caballería avanza demasiado; para buscar sus huellas y no extraviar el rumbo, alguien entre los combatientes que andan a pie enciende un fósforo, que se vuelve un sol en la oscuridad. La tropa del primer teniente Lázaro Castellón, al mando de un centenar de soldados del segundo distrito militar, acantonados en Pozo Viejo, lanza un diluvio de disparos desde ese batey; sin embargo, los rebeldes se hacen los desentendidos. Una duda, más que pregunta, le asalta al primer teniente batistiano:
—¿Será un montero tras un añojo descarria’o?
Mientras Castellón se devana los sesos, la columna acelera su movimiento y deja atrás a Atollaosa. Al fin, delante de los invasores el Jatibonico del Sur. Se hallaban en Paso del Diez —a 9 kilómetros al sur de El Jíbaro—, que era custodiado por los exploradores.
De orilla a orilla a orilla, de tronco a tronco, amarran las sogas empatadas, la salvación para el cruce. Pese a ello, Oscar Fernández Mell se zafa de la improvisada cuerda y la endemoniada corriente lo arrastra; no obstante, alcanza la margen contraria. Los diestros en nadar trasiegan las bestias y las pertenencias de los demás.
A caballo o a nado, el Che ayuda también. Esa imagen del luchador queda en el recuerdo de Miguel Martínez, uno de los guías de los invasores por estos parajes. “(…) me quedé asombrado cómo aquel hombre asmático se metió dentro del agua y no salió hasta que pasó el último combatiente de su tropa”, le comentó años después al periodista y escritor villaclareño José Antonio Fulgueiras, autor del libro Víctor Bordón, el nombre de mis ideas.
En informe a Fidel, escrito en el Escambray, Guevara le aseguró que el paso del Jatibonico del Sur “fue como el símbolo de un pasaje de las tinieblas a la luz. El Comandante Ramiro Valdés Menéndez, dice que fue como un “conmutador eléctrico que encendiera la luz y es una imagen exacta”.
En el cuartel de El Jíbaro, el enemigo no permanece ajeno a lo que sucede en el río. Bastó con la llamada telefónica de un chivato. Sin embargo, las fuerzas no parten. Motivos: insuficientes bestias, dicen.
En las primeras horas de la madrugada del 12 de octubre, vencen el río los últimos guerrilleros, quienes, como el resto, se agrupan alrededor de una ceiba centenaria, repleta de murciélagos, y luego salen a potreros encharcados, con la mente fija en llegar cuantos antes al lomerío del Escambray.
Fuentes:
Jorge Meneses, Historiador de La Sierpe.
Iglesias, Joel: De la Sierra Maestra al Escambray.
García, Raúl, y Pardillo, Mayra: Ecos de Che.
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