¿Qué nos deja el más reciente Congreso campesino?
Sobre la mesa del intercambio del 13 Congreso de la ANAP estuvieron casi los mismos reclamos, los mismos planteamientos y hasta las mismas consignas que las ediciones precedentes
Ese no es el meollo del asunto pues lo peor es voltear la vista y no reconocer todo el trecho que falta en el camino, bien largo por cierto, que debe conducir al país a la soberanía alimentaria.
Lo que sí indica que en los análisis sobre esta materia prima el diagnóstico sobre las soluciones y eso sí es preocupante porque el que no es el mismo en el contexto en un país que, como ya se recalcado hasta el cansancio, para alimentarse vive a expensas de las importaciones sin tener dinero para comprarlas, mientras no se vislumbran respuestas de un sector sobre cuyos hombros descansa el 70% de los alimentos de la nación.
Eso sí, el Congreso volvió a decir lo que hace falta para que ese protagonismo se enraíce, algo que pasa por la escasez de recursos de todo tipo y de liquidez disponible para costearlos. Y aunque el evento expuso ejemplos donde los resultados se logran haciendo parir la inventiva, la agroecología y la innovación, lo cierto es que ello sigue siendo excepción y no regla. Lo que sigue primando son los bajos rendimientos y las insuficientes producciones y para cambiar esos saldos no basta con voluntad, empuje y entusiasmo.
Entre los diagnósticos repetidos estuvo el manido tema de los intermediarios y la incapacidad del país para enfrentar a estos cuando incurren en malas prácticas como la reventa, la especulación y los altos precios, porque lo que sí queda claro que estos en muchos casos resultan necesarios ya que muchos campesinos y cooperativas no cuentan con las condiciones para comercializar directamente desde el campo.
Y es ahí donde entran al ruedo otros reclamos que volvieron a sentarse entre la masa campesina, sin que se vislumbrara una solución concreta: los impagos a las producciones, los retrasos en los pagos y los obstáculos que siguen colgados de la bancarización, todo lo cual redunda en desvíos de los destinos establecidos para las producciones y venta a quien primero se aparezca en los campos con dinero contante y sonante.
Otra de las realidades en que volvió a insistir el Congreso es en la de la falta de brazos dispuestos a trabajar en el campo, un problema que complica más la soberanía alimentaria a la que se aspira cuando se sabe que sobre poco menos de medio millón de cubanos, recae la responsabilidad de garantizarle la comida, al menos, la agrícola a unos 9 Millones y no hay Congreso que resuelva esa ecuación cuando existe demasiada tierra inexplotada a pesar de los decretos y medidas para beneficiarla.
Desde el diagnóstico, el Congreso vio con ojos críticos el decrecimiento de todas las producciones campesinas. Lo preocupante es que no sobran las alternativas para revertirlas y el contexto no admite repetir fórmulas que hasta hoy no han dado las respuestas que demandan los cubanos.
Las agendas del 13 Congreso anapista se cerraron Del lado de acá se aspira a que sus reclamos, aunque fueron los mismos de otras veces, lleguen hasta el plato cotidiano, con ofertas más nutritivas y menos caras.
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