Puntos cerrados: el cuento del gato y el ratón

Puntos cerrados: el cuento del gato y el ratón

El cuento del gato y el ratón. Así pudiera llamársele a una de las distorsiones económicas más recurrentes y lesivas que se han entronizado, al menos en Sancti Spiritus, en lo últimos tiempos, desde que se pusieran en práctica los  ejercicios nacionales de prevención y enfrentamiento al delito y otras manifestaciones irregulares.

Lo del ratón y el gato le viene por el modus operandi. Cada vez que se realiza un ejercicio de este tipo -y ya van tres del año pasado hasta el realizado en junio último-, un grupo de puntos de venta cierran sin razón aparente y, tras la conclusión del mismo, vuelven a abrir, sin explicación lógica.

O sea, los ratones, que serían los dueños de esos establecimientos particulares, se esconden bajo cualquier pretexto para cerrar hasta que el gato de las inspecciones y el control pasen.

Tratándose de un cuento, sonaría hasta cómico, de no ser tan serio todo cuanto encierra una práctica que se ha convertido, lamentablemente, en normal, como una oda a la impunidad; la burla a la institución estatal, a las disposiciones gubernamentales, al más elemental respeto al cliente.

Y no es una simple apreciación de usuarios como Remberto Pacheco, que lo hizo notar a esta reportera, quien, por cierto, como una clienta más, ha comprobado la desfachatez.

Está establecido por mandato gubernamental que los puntos que se cierren en tiempo de ejercicio nacional de enfrentamiento con la visible intención de evadir el control y, con ello, las multas u otras sanciones, deben cerrarse de manera definitiva como medida accesoria más radical y efectiva.

Sin embargo, datos de la Dirección de Inspección y Supervisión de la provincia dan cuenta de que en la provincia se ha solicitado a las direcciones de Trabajo de  los distintos municipios el cierre de 151 puntos de venta de trabajadores por cuenta propia por haber suspendido su venta en esos días, y todos permanecen aún abiertos a la espera de un pronunciamiento en tal sentido de los organismos mencionados.

Peor aún. Cuando los ratones vuelven a salir después de que el gato de las inspecciones se va, quien paga los días de asueto comercial es el pueblo, pues, para recuperar lo perdido por la paralización de las ventas, los precios suben también de un día para otro.

Ahora, si bien es cierto que corresponde a las direcciones municipales de Trabajo la suspensión de las patentes a quienes incurran en tal indisciplina, también lo es que el fenómeno apunta a una débil acción de los gobiernos locales, rectores generales de toda la actividad.

Entonces, el problema no es llenar informes estadísticos sobre las medidas aplicadas, entre ellas el cierre de puntos, si en la realidad estos permanecen ahí para burlarse de las disposiciones.

Algo en orden y control han logrado estos ejercicios nacionales de enfrentamiento al delito y otras manifestaciones irregulares. Pero si queremos que ganen en efectividad y que la misma sea visible en el bolsillo del cubano, así como en la autoridad institucional, habrá que cortar de cuajo el fenómeno de los puntos de venta que se cierran y luego de abren sin más ni más, como si se tratara del cuento del gato y el ratón.

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