¿Por qué las danzas isleñas se “aplatanaron” en Cabaiguán?
En el centro de Cuba, Cabaiguán se yergue como un testimonio insoslayable de la impronta canaria en la identidad nacional. Mundialmente conocido por su arraigo campesino y su pujanza tabacalera, este municipio guarda entre sus tradiciones más singulares la presencia activa de las danzas originarias de las Islas Canarias, una herencia que, lejos de diluirse con el tiempo, ha echado raíces profundas en la cultura local.
La pregunta no es solo por qué estas danzas llegaron hasta aquí, sino por qué encontraron en Cabaiguán terreno fértil para florecer. A finales del siglo XIX y principios del XX, la emigración canaria hacia Cuba se intensificó. Miles de isleños, en su mayoría agricultores de Tenerife, La Palma y Gran Canaria, llegaron a la mayor de las Antillas buscando tierra y trabajo, y encontraron en Cabaiguán no solo la posibilidad de subsistencia, sino un entorno rural que les recordaba sus tierras.
La geografía cabaiguanense, con su suelo fértil y su economía centrada en la agricultura, facilitó la inserción de los canarios en la vida económica y social; pero, más allá de las faenas del campo, los emigrantes trajeron consigo un conjunto de prácticas culturales que, poco a poco, se entretejieron en la idiosincrasia criolla. La música, el lenguaje, la gastronomía y, por supuesto, la danza, fueron vehículos fundamentales de esa transmisión cultural.
Entre estas expresiones, destacan particularmente los bailes tradicionales canarios como la isa, la folía y la malagueña. Aunque originarios de un contexto europeo, estos géneros encontraron en Cabaiguán una nueva forma de expresión, adaptándose al ritmo y a la sensibilidad de la vida rural cubana.
Los bailes se mantuvieron vivos gracias a la transmisión oral y familiar. Durante generaciones, en fiestas campesinas, celebraciones patronales y encuentros vecinales, era común ver a hombres y mujeres interpretar danzas que evocaban a las Islas Canarias, muchas veces acompañadas por laúd, guitarra y voz, en una sonoridad que oscilaba entre lo hispánico y lo criollo.
De este modo, las danzas no solo conservaron su esencia, sino que también sirvieron como anclaje identitario para una comunidad que se sabía distinta y estaba orgullosa de sus orígenes.
Hoy, instituciones como la Casa de Cultura de Cabaiguán y proyectos comunitarios promueven el rescate y la preservación de estas manifestaciones.La persistencia de las danzas canarias en Cabaiguán refleja una identidad compleja, mestiza y viva. Es también una forma de resistencia cultural frente al olvido y la homogeneización.
En un país donde lo afrocubano ha sido, con justicia, exaltado como eje cultural, la herencia blanca y campesina de origen canario ofrece una narrativa complementaria que enriquece la comprensión del ser cubano.
En definitiva, las danzas canarias en Cabaiguán, más que una curiosidad folclórica, son un testimonio palpable del diálogo entre culturas, de la memoria migrante y de la capacidad de los pueblos para reinventarse.
Fuentes: Periódico Escambray, La voz de Cabaiguán, Ecured
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