Personas con discapacidad profesan iguales derechos en la sociedad
Desde cualquier paraje de la hermosa geografía espirituana se escuchan voces que agradecen el haber nacido en esta pequeña isla del Caribe.
Maylee es una de ellas, acaba de cumplir sus 15 primaveras, estudia en una secundaria de enseñanza regular y es una hermosa joven que desde pequeña discrimina sonidos gracias a las bondades del implante coclear.
Marisol padeció desde niña de una enfermedad ósea que limita su andar, más no el soñar y emprender vuelo. Actualmente es dirigente, empoderada y con un reconocimiento social porque se lo ha ganado.
Juli, Kyler y Amelquis han encontrado en el Centro Psicopedagógico espirituano no sólo amparo, reciben calor de familia, apego de hermanos, no importa razas, ni tallas, ni diagnóstico. Todos son uno, unidos por el amor y la igualdad de oportunidades.
Porque en Cuba las personas todas somos protagonistas del desarrollo y ascenso de la especie humana sin importar patrones discriminatorios. En Cuba se trabaja por la incorporación de estos hombres y mujeres a la sociedad, pues ellos constituyen un pilar importantísimo en el avance como nación.
Es cierto que faltan muchas acciones por concretar, causadas en gran medida por el férreo bloqueo económico impuesto al país, pero este nunca ha sido impedimento para lograr tales propósitos.
En esta tierra, la nuestra, las personas con discapacidad de cualquier tipo tienen los mismos derechos que los otros individuos, porque su vínculo con la sociedad es como un ser humano más.
El acceso equitativo a las oportunidades de participar y contribuir en la vida de sus comunidades es un logro que en materia de derechos humanos se cumple a diario, porque aspiramos a una nación como la que soñó Martín, con todos y para el bien de todos.
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