¡Patria o Muerte!: la historia de una frase icónica
En la mañana del 4 de marzo de 1960, cuando el vapor francés La Coubre arribó a Cuba cargado de armas adquiridas para la defensa de la Revolución, nada presagiaba el desastre: apenas unas horas después, a las 3:10 de esa misma tarde, una explosión en forma de hongo estremeció la rada habanera.
Cientos de personas acudieron para auxiliar a las víctimas y,en medio de las labores de rescate, una segunda explosión barrió con todo, hasta convertir el puerto de La Habana en un escenario dantesco.
Debieron pasar cinco horas tras la segunda combustión para que se aplacara el fuego. Como resultado, el barco francés quedó destruido y se reportaron 101 muertos, entre ellos siete marineros franceses, y centenares de heridos, según el historiador cubano José Cantón Navarro.
Varios son los investigadoresque coinciden en que se trató de un sabotaje terrorista,orquestado por el gobierno estadounidense. Aquel genocidio fue la prueba más contundente de que el imperialismo tenía un marcado interés en dejar indefensa a la Revolución Cubana.
Fidel Castro, quien se encontraba en su despacho en el edificio del Instituto Nacional de Reforma Agraria, partió enseguida hacia el sitio del siniestro, así como otros dirigentes, entre ellos el Che, quienbrindó personalmente asistencia médica a algunos heridos.
Al día siguientetuvo lugarel sepelio a las víctimas en el Cementerio de Colón. El Comandante en Jefe dedicó gran parte de su discurso a explicar al pueblo qué pudo haber ocasionado la explosión de La Coubre. Todo apuntaba a un acto premeditado, muy probablemente puesto en marcha por los servicios especiales de Estados Unidos.
No era mera especulación. Ese 5 de marzo el líder de la Revolución describió cómo el gobierno norteamericano, a través de sus representaciones diplomáticas en Europa, había tratado de impedir que compañías británicas y belgas vendieran medios bélicos a la nación antillana.
En medio de la consternación y admirado por la actitud del pueblo que en la víspera había acudido en ayuda de sus compatriotas, Fidel sentenció:“Quien haya visto lo que ayer hicieron los cubanos (…) puede estar seguro de que nuestro pueblo es un pueblo en condiciones de defenderse, es un pueblo capaz de avanzar hasta contra los hongos de las bombas nucleares”.
Y para concluir aseguró que para la isla no existía otra alternativa que “aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria, la de libertad o la muerte; solo que libertad quiere decir algo más todavía, libertad quiere decir patria, y la disyuntiva nuestra sería: ¡Patria o Muerte!”.
Desde entonces esa icónica frase ha definido, como ninguna otra, el espíritu de resistencia de los cubanos.