Niña espirituana que solo quiso hojas para dibujar (+ Fotos)

Niña espirituana que solo quiso hojas para dibujar (+ Fotos) Fotos: Cortesía de la familia

Esta es una historia que nació de la sencillez de una petición y el cumplimiento de tal reclamo.

Resulta que tengo una amiga -Haydée Arista Ramírez-, quien radica en la capital pero en diciembre decidió ir a ver a su familia en Gavilanes, Sierra del Escambray, en el central territorio de Sancti Espíritus. Cuando su nieta menor supo de la visita de su Abu solo tuvo una petición: “Dile a la periodista que me mande unas hojas para dibujar.”

Sandra Lianet Pino Marín -así se llama la artista en ciernes- vive con sus padres (Yanelis Marín Ramírez y Roberto Pino Díaz), tiene 10 años y estudia el quinto grado en la escuela Eladio Rodríguez Méndez, de ese poblado intramontano, distante a 28 kilómetros -mediante un camino bien agreste- hasta la ciudad de Fomento.

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Ante aquella solicitud que me resultó un tanto inusual, mi disposición no fue otra que complacerla en el más breve plazo. Quizás me hubiese sido más fácil grabarle música de moda en una usb y mandársela, pero no. Ella quería dónde expresarse con sus lápices. Después de tocar innumerables puertas reuní unas hojas que envolví para que llegaran bien dispuestas a su destino.

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No tuve más noticias de ese particular hasta que para mi sorpresa al regreso de Haydée, portaba para mí un sobre con dibujos por ambos lados. Así daba las gracias la pequeña. Mostraban el paisaje habitual en su terruño natal. Estaba muy feliz porque yo había atendido su requerimiento puntualmente.

Sin embargo, fui la más impactada por la forma en que tomó vida su agradecimiento.

Ahí empezaron las comunicaciones entre ambas mediante el móvil, ya fuese por vía directa o a través de WhatsApp.

Cada vez Sandrita me resultaba más interesante y decidí compartir con ustedes el mundo infantil de quien cada día al levantarse tenía como visual el monte, el río, el sonido de las aves cantoras y la floricultura de las más diversas formas que adora, al igual que yo, pues en las redes sociales son habituales mis publicaciones sobre los lirios y orquídeas que nacen en mis macetas. Ella mantiene en Facebook un grupo llamado Flores bellas de Sandra.

Cuando intercambiamos le pregunté por sus preferencias y comentó que le gustaba su escuela, compartir con sus compañeritos y reconoció de inmediato su evidente inclinación por la flora y la fauna. Posee una cotorra, una vaca bautizada como Sofía y su caballo Spirit, que por fotos y videos se ve que domina muy bien secundando a su padre desde o hacia la finca, donde el cafeto reina. También en esas tierras del Estado -a seis kilómetros de la comunidad- sus progenitores cultivan frutales variados y plátanos de todo tipo.

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En esos lares de la serranía hay numerosas casas, algunas de placa como la de esta familia, al igual que la bodega, farmacia, un círculo social, un hospital pequeño y el museo Frente de Las Villas, en cuyo exterior una escultura rinde eterno homenaje al legendario Comandante Ernesto Che Guevara.

0120-niña-espirituana2.jpgDefinitivamente, Sandrita y yo nos convertimos en tema para un material periodístico, que fue aceptado por sus padres y ella -igual de entusiasmada- se preguntaba dónde saldrían publicadas mis líneas. Todavía para eso no tengo respuesta, pues no le expliqué el ámbito de la Agencia Cubana de Noticias. Eso lo haré más adelante, primero me concentré en que hablase por sí misma; y luego trascenderían nuestros diálogos si lograban captar el interés de los medios públicos.

La intranquila pionera habló además de sus otras dos hermanas, que aunque de padres diferentes, se quieren mucho. La mayor, Betty Díaz, recientemente se radicó en el extranjero; y la otra, Rocío Lara Marín, termina actualmente el bachillerato y vive en Niquero, provincia de Granma.

Quiso la casualidad o la vida que cuando la abuela de las tres estuvo en Gavilanes allí estaba Rocío, quien la acompañó de vuelta a la capital, pero ya se retornó a los dominios orientales. Por esta supe más de cómo era la vida de mi entrevistada, e incluso ayudó mucho para que yo dispusiera de las imágenes que acompañan el texto.

Intenté que la pequeña Sandra aceptara confesarme a qué pensaba dedicarse de adolescente y luego de adulta. Daba por sentado cuál sería la respuesta: las artes plásticas; pero, sin ambages de ningún tipo, me dijo: “De mayor quiero ser Amazonas.”

Quizás con el tiempo decline sus preferencias por otras en particular, pues dada su edad la madurez puede indicarle otros caminos; mas por ahora está en sus 13 y es su derecho. También me aclaró: “Me gusta La Habana y muy probablemente en abril, durante el periodo de receso escolar, venga por estos lares.”

Será en ese momento cuando nos conoceremos cara a cara. Ya me han invitado a Gavilanes; albergo la certeza de que para entonces la tendré sentada frente a mí en la sala de la casa y aún tendremos más de qué hablar y tela por dónde cortar. ¿Quién duda que este encuentro in situ posea su saga periodística, como sucede en la literatura y el cine? Veremos.

Por lo pronto iré acumulando hojas, a no ser que se le ocurra pedir previamente otra cosa. Igual intentaré complacer a esta pionerita espirituana que cuando su Abu le anunció que la iría a visitar solo atinó a pedirle amablemente que la periodista le mandase papel para ella recrear sus imágenes infantiles.

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