Mujeres y esculturas

Mujeres y esculturas

Por espacio de siglos la escultura, como otros oficios y obligaciones, estuvo vedada a la mujer.

Quizás por lo rudo del trabajo manual que realizaban estos artistas no existe en la historia, cuando uno vuelve la vista a otras civilizaciones, obra perdurable de escultura atribuida a una mujer.

Son hombres los grandes escultores de la historia del arte: Miguel Angel, da Vinci, Rodin, y solo desde hace muy poco tiempo las féminas  incursionan en este género de las Artes Plásticas.

Cuba no fue la excepción de esta regla, lo que hace aún más meritorio el trabajo de nuestras escultoras.

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Si en el país la escultura está marcada por la presencia de Rita Longa, máxima exponente femenina, Sancti Spiritus cuenta con Thelvia Marín, creadora de los dos monumentos de mayores dimensiones en nuestra geografía: Los conjuntos escultóricos al Mayor General Serafín Sánchez Valdivia y al Comandante Camilo Cienfuegos.

Thelvia Marín, hija del prestigioso músico espirituano Rogelio Marín Mir además de escultora y pintora fue poetisa y una acuciosa investigadora de las culturas indígenas de nuestra América.

Espirituana de pura cepa era habitual que Thelvia hiciera regularmente un espacio en su abultada agenda para visitar, en ocasiones significativas su terruño.

En entrevistas y encuentros sostenidos aquí, Thelvia hizo público en más de una ocasión, el enorme compromiso en que se vio envuelta al aceptar la realización de ambos conjuntos escultóricos y de qué forma llevó a feliz término tal empresa, con la ayuda de otros muchos espirituanos.

Ambos conjuntos, de bronce y con las figuras de Serafín Sánchez y Camilo Cienfuegos erguidas, constituían un reto para cualquier escultor. A esto se añadía lo que significan ambos próceres para los espirituanos.

Esta mujer, de aparente fragilidad supo enfrentar a pié de obra los retos de la fundición y de esta forma legarnos una expresión acabada de recuerdo histórico, que la sitúa como artista, en el indispensable catálogo de la escultura cubana.

Thelvia Marín, una escultora hija ilustre de Sancti Spiritus, se convirtió de esta forma en una de las pocas cubanas que ha logrado plantar en su patria dos esculturas de bronce de tan señaladas dimensiones.

 

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El Balcón del Soto

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