Miguelito Companioni: El bardo de Mujer perjura

Miguelito Companioni: El bardo de Mujer perjura Miguelito Companioni compuso más de 300 obras musicales.

—Escucha esta basurita, le dijo Miguel Companioni Gómez a su amiga, la trovadora María Teresa Vera.

Sin darse mucha importancia, el espirituano tomó la guitarra, aljibe profundo de acordes y pasiones; y mientras cantaba, parecía sacarse una historia que le hincaba el alma: Si quieres conocer, mujer perjura/ los tormentos que tu infamia me causó/… La también compositora cubana solo respiró al caer la última nota.

—Ese será un éxito, le pronosticó ella aquel día en el entonces hotel Pasaje, donde solía hospedarse cuando venía a Sancti Spíritus a brindar sus conciertos.

Más de una vez, Miguel Companioni (hijo) relató la anécdota sobre el descubrimiento hecho por María Teresa Vera de “Mujer perjura”, que “por su texto, estructura formal y rítmica, es uno de los boleros más perfectos de la cancionística de principios del siglo XX”, en palabras de otra figura relevante de la cultura nacional, la doctora María Teresa Linares, al musicógrafo Cristóbal Díaz Ayala.

La historiografía musical cubana recoge que la primera grabación de esta obra la asumió el dúo de María Teresa Vera y Rafael Zequeira en febrero de 1918 en los estudios de la VictorTalking Machine Company (VTMC), más tarde la RCA Víctor, en Nueva York, Estados Unidos, como lo testimonió la autora de “Virgen del Cobre” al investigador Jorge Calderón González.

La trovadora le aseguró al también crítico que Miguelito, nacido el 29 de julio de 1881, le solicitó que le grabara “Mujer perjura”; pero existía un inconveniente: la negativa de las compañías a aceptar la “interesante obra”, advertiría esta nieta de esclavos, con espacios ganados, además, en las discográficas Columbia y Pathé. Un año se pasó María Teresa con la canción lista para entrar a un estudio.

—Mire, le quiero obsequiar un número; no le voy a cobrar por grabárselo, le dijo al señor Lacalle, técnico de la VTMC.

A escasos minutos, el bolero estuvo impreso. “Yo tenía fe en aquella grabación”, le manifestó a Jorge Calderón. “Cuando llegó a Cuba se convirtió, de la noche a la mañana, en lo que ahora llamamos hit”, agregaría la cantante.

Pero, de las 25 000 copias vendidas ni un centavo fue a las manos del autor espirituano, pues aún no había inscrito legalmente la pieza musical, circunstancia aprovechada por la compañía para llevarse al bolsillo las ganancias por el expendio del fonograma.

“Mujer perjura no pasa de moda”, comentó años atrás Daysi Pérez Bernal, esposa de Miguel Companioni (hijo), mientras busca y rebusca un documento valiosísimo en un file envejecido: la carta que remitiera el maestro Gonzalo Roig al bardo espirituano el 9 de noviembre de 1952.

Cuando la misiva descansó en mis manos, me pareció escuchar el ritmo acompasado de las letras de la máquina de escribir:

“Muy admirado amigo (déjeme llamarlo así, ya que desde mis años mozos he sentido devota admiración y afecto por el feliz autor de ‘Mujer perjura’ y tantas obras cubanísimas) (…) y le decía yo al Sr. Cobos (su barbero), que el honor más grande de mi vida, lo había recibido de Usted, ya no puedo ser mejorado, siendo usted, como lo es, uno de los más cubanos compositores y uno de los mejores cultivadores de la VERDADERA CANCIÓN CUBANA”.

¿Quiso el azar que fuera el creador de la zarzuela Cecilia Valdés, la pieza más representativa del teatro lírico cubano y hombre de no muchos amigos, quien le diera el último adiós a Companioni, fallecido el 21 de febrero de 1965 en La Habana?

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