Mauri, la paciencia y su guitarra
La cultura tiene sus personajes y Claudino Mauri es uno de ellos.
Llegó a Sancti Spiritus después de haber desandado el Escambray y de esos rumbos trajo su mirada escrudiñadora y la sabiduría popular de los montunos.
Mauri también es la paciencia; dispone siempre de todo el tiempo del mundo para conversar sobre cualquier tema. En esto no tiene preferencias: puede hablar de lo últimos descubrimientos de la astronáutica, del más reciente disco de un desconocido, o de Siria y el conflicto bélico.
Pero usted no se equivoque: De todo cuanto habla tiene información y brinda sus fuentes con la nobleza de quien no necesita el conocimiento para presumir sino para hacer mejores amigos.
Y de estos (los amigos) Mauri siempre ha tenido de los buenos. Me aventuro a decir solo un nombre: Delio Luna. Ambos se complementaban siempre dispuestos al buen chiste, la polémica más encumbrada o el comentario sobre la última lectura.
Delio era el discurso florido, barroco y Mauri la sentencia, la frase electrizante y lapidaria.
Mauri es un músico excelente: guitarrista que sabe acompañar con la misma vocación de servir que emplea para dar un consejo.
Buen gusto, maestría y sencillez se dan la mano cuando Mauri ejecuta la guitarra. Se ladea con su imperturbable “Bolchevique”, entrecierra los ojos y toca para él y para los demás sin inmutarse, como hace con la vida.
Así, con ese don, integró el Trío de Gómez y el Dúo Nuestras Almas: así quedó su huella en la música espirituana.
Mauri ha esperado los años pacientemente y todavía por suerte está con los amigos: Con su palabra y su música.