Masa ganadera fuera de control
De todas las ilegalidades que arrojó el ejercicio nacional de control a la posesión, uso y legalidad de la tierra y la ganadería, que se desarrolló recientemente en Cuba, algunas preocupan y desvelan por su relación no solo con la alimentación de la gente, sino con el crecimiento del delito, la simulación y hasta el fraude.
Lo diré ahora con la misma desnudez con que lo evaluó el más reciente balance de la agricultura: más del 72 % de las 10 000 ilegalidades detectadas en la rama ganadera, se relacionan con nacimientos no declarados y faltantes de ganado.
Sin restarles la importancia a las 11 000 relacionadas con ilegalidades constructivas y registrales que encontró el ejercicio, el otro asunto se las trae.
Sí, porque las mencionadas se resuelven con un papel, o un documento para encauzarlas en la ley. Pero, que no se declaren nacimientos o se den como muertos animales que cogieron otro destino es harina de otro costal o, para hablarlo en lenguaje ganadero, es hablar de un relajo eternizado o que la agricultura es incapaz de coger sus propios toros por los cuernos.
Y es más preocupante porque, aunque el ejercicio lo destapó, año tras año ocupa tiempo de análisis en los balances agrícolas. No fuera tal lacerante si tales fraudes no se entrecruzaran con fenómenos tan sensibles con las deudas de leche a la población que le toca y la falta endémica de carne de res en el plato de los cubanos, por más que los autorizos al sacrificio de ganado se hayan implantado como medida.
No fuera tan lacerante si tal relajo denota que el tema de los nacimientos no declarados y los faltantes son directamente proporcionales a la no concurrencia de los productores a los registros pecuarios.
Lo reconocen los directivos del sector: No puede ser posible que la cantidad de nacimientos que se declararon —5 549 exactamente— se hayan concentrado en el término de un mes, cuando en medio del correcorre se comenzaron a realizar los ajustes y aparecieron.
Lo del decrecimiento de la masa es otro difunto con malos olores. Por las cifras, la ganadería espirituana decreció en 16 645 cabezas, muchas de las cuales se esconden bajo el velo de los faltantes, el hurto y sacrificio, que crece en Sancti Spíritus y la mortalidad, esta última con índices preocupantes al cerrar el pasado año con un índice de 7.5, de 4 permisible, y un crecimiento de 2.3 de un año a otro.
Lo peor es cuando se ahonda en las causas de las muertes, muchas de ellas asociadas a la desnutrición, al abandono y problemas de manejo, pero una cifra nada despreciable se muere por accidentes en un gran corral donde todo cabe y todo vale, cuando se sabe que en la mortalidad no inciden animales decrépitos, sino los adultos, los toros de ceba, las vacas, los bueyes y los llamados toretes.
Admiten los directivos del sector que tales indicadores enmascaran otros fenómenos. Yo diría que los sacan a flor de pastos: la indisciplina, el desorden, el delito, el descontrol… Uno de ellos es la emisión de certificados de muertes de dudosa causa o falsos y en el que se involucra el personal veterinario, productores, matarifes y otros. No. ¿Dónde estaban y dónde están quienes tienen el encargo estatal de controlar esos indicadores en las delegaciones municipales de la Agricultura, en las empresas, en los registros, más allá de un ejercicio ocasional?
Y los del contubernio que nace desde el personal de Veterinaria no es especulación. Datos ofrecidos en el propio balance agrícola dan cuenta de que se ha depurado la cantidad con acreditación para emitir certificados, mientras en Trinidad uno es procesado por fraude y algunos encarcelados han admitido que se robaron y se comieron animales declarados como muertos por otras causas.
Aunque los debates han sido fuertes, según los directivos, las medidas no lo parecen tanto ya que la mayoría son multas irrisorias que deben pagarse con el dinero del comercio ilegal de carne de res, alimentado por la carencia histórica de esta proteína en el mercado oficial.
Sobre el peligro de este fenómeno y la necesidad de terminar el relajo en este potrero de Don Pío, termino con la advertencia del mismo delegado de la agricultura en la provincia: “El ejercicio nacional de control terminó en diciembre. Si no somos sistemáticos en el control de la masa, dentro de seis meses estaremos igual que antes de empezar el ejercicio”. Solo le agregaría: estaremos peor.
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