Madres deportistas, pujanza y entrega
Nuestro Apóstol José Martí dijo que “Los hombres deben hablar en verso a las madres, de rodillas y con un ramo de flores en la mano”. Sabias palabras las del Héroe Nacional, y que se ajustan también al deporte, ya que muchos de los triunfos del músculo en la tierra del Yayabo tienen un sello especial: han sido logrados por mujeres, que hoy son madres, prueba de su pujanza dentro del proyecto social de la Isla, que en 1959 dijo basta y echó a andar.
Antes de la alborada de la Revolución Cubana los triunfos deportivos del mal llamado sexo débil eran poco menos que desconocidos, pero el auge e impulso suscitados durante las últimas cinco décadas ya le permiten realizar importantes aportaciones al medallero nacional en trascendentales citas foráneas.
La actividad física en toda Cuba y en Sancti Spíritus es todo un derecho ciudadano. En estos lustros de Revolución cientos son las chicas y madres cuyas actuaciones quedan fijas en la memoria. Nadie olvida a mujeres de la talla de las precursoras del deporte de la gimnasia espirituana, la indiscutible campeona Leyanet González, o a la gacela silvestre de las pistas, la jatiboniquense Aurelia Yeya Penton.
En tanto, la pelota y el voleibol en Trinidad, fueron hijos de dos señoras de la talla de Nelly García Adlington y Ángela Soto del Valle, a la postre promotora de la cultura física en la playa La Boca.
A ellas les siguieron otras mujeres que enfrentaron la práctica del deporte de los superreflejos como Zoila Jiménez, Carmen Mora y las hermanas Aurora y Aracelis Tabares, pioneras de esta disciplina y que marcaron la huella imperecedera para las futuras generaciones de deportistas.
El recuento tiene otros rostros en la tierra del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia. Impensable hacer el recuento sin incluir a figuras como Ana Ibis Fernández, nacida en Condado, y que puede vanagloriarse de haber integrado el equipo de las Morenas del Caribe, selección con la que se tituló como campeona mundial de voleibol en Leningrado 1978.
Con la complicidad de los implementos deportivos y la magia del amor, Mabel Denis Quintero ganó hace tiempo aquel desafío del destino cuando la poliomielitis tronchó sus retozos infantiles con apenas un año de nacida y la envió a una silla de ruedas.
La primacía de las madres no sólo se produce en el deporte activo, pues muchas de ellas, después de dejar marcas imborrables en su trayectoria competitiva, como Lency Montelier, titular panamericana de los 400 metros con valla entrega hoy sus mejores fuerzas a la labor de formación de nuevos deportistas de atletismo.
Varias disciplinas tienen colectivos mayoritariamente formados por mujeres, como el caso de la selección del boliche, liderada por la entrenadora y madre Sonia, las jugadoras jimaguas Asneida y Asneidis Madrigal, y la zurda de oro del boliche yayabero, la cabaiguanense Zulaina López, una joven que nos dijo adiós hace dos décadas, cuando comenzaba a criar a su hijo.
Por todas estas razones, la madre espirituana tiene historia, medallas y sueños que la enaltecen y la convierten en paradigmas y referencia imprescindible a la hora de hablar y escribir la historia de estas seis primeras décadas del deporte revolucionario.
Gracias a ustedes madres deportistas, las cuales han sido capaces de dar a luz a nuevos vástagos, que hacen hoy que el deporte sea pujanza y entrega.