Los hombres que llevan la esperanza (+ fotos)

Los hombres que llevan la esperanza (+ fotos) Medio y equipo del territorio y de provincias occidentales partieron hacia el oriente. Foto: Oscar Alfonso.

Todavía no salía el sol cuando los motores comenzaron a rugir en la base espirituana de la Empresa Eléctrica. Camiones cargados de herramientas, mochilas y rostros de sueño formaban una fila que parecía infinita. A un lado, una bandera cubana ondeaba sobre el parabrisas del primer vehículo. Era la señal. El contingente Serafín Sánchez Valdivia volvía a la carretera.

Desde Sancti Spíritus partieron seis brigadas eléctricas rumbo a Santiago de Cuba que se unirán a otras de todo el país con un objetivo común: devolver la luz a las zonas más golpeadas tras el azote del huracán Melissa, cuyos vientos cercanos a los 200 kilómetros por hora dejaron el oriente sumido en la oscuridad.

Seis brigadas, más de 70 hombres y la certeza regresar con el deber cumplido. Foto: Yosdany Morejón

Según explicó Roberto Hernández Rojas, director general de la Empresa Eléctrica Sancti Spíritus, “el contingente está compuesto por seis brigadas, dos carros de servicio, personal técnico, logística y transporte: un total de 70 personas con experiencia suficiente para asumir un reto de esta magnitud. Sabemos que va a ser uno de los desafíos más difíciles que vamos a enfrentar, pero la misión fundamental es regresar con el deber cumplido”.

Casas derrumbadas, postes caídos, líneas de alta tensión rotas y familias sin corriente dibujan el escenario que aguarda a los linieros espirituanos. Ellos parten con la calma de quien ha visto otras tormentas… y con la esperanza intacta de volver a encender la vida.

Erleidys Benítez Garrido acumula varios años de experiencia en tareas de este tipo. Foto: Yosdany Morejón

HUELLAS DE LUZ

En la brigada número 6, Erleidys Benítez Garrido acomoda los guantes y mira el horizonte. Tiene 42 y acumula varios años en la tarea de subir postes, reparar redes y enfrentar huracanes. “Este es mi único trabajo, siempre me ha gustado”, dice sin titubeos.

Tiene cuatro hijos pequeños y sabe lo que significa dejar el hogar por días, dormir en camiones y comer bajo la lluvia. Pero también sabe por qué lo hace. “Mi familia es más grande —explica—. Mis niños están en casa y me duele dejarlos, pero hay que cumplir”.

El contingente eléctrico Serafín Sánchez Valdivia de Sancti Spíritus fue abanderado por autoridades de la provincia antes de partir rumbo al oriente del país. Foto: Yosdany Morejón

Habla con serenidad, con esa mezcla de oficio y fe que solo tienen los que han aprendido a levantar un país desde los cables. “Según hemos visto en las noticias —relata— hay mucha devastación. Muchos postes en el suelo, muchas casas caídas…; ahí nos vamos a enfrentar con algo difícil. El compromiso es ir todos y regresar todos. Que no venga ningún accidente, no violar las medidas de seguridad”.

Su misión es clara: poste a poste, servicio a servicio, levantar lo que el viento derrumbó. “Los espirituanos vamos a estar presentes donde haga falta en el oriente cubano”, agrega y en su tono pausado se adivina el coraje de los hombres que encienden pueblos enteros.

Los eléctricos espirituanos van a estar presentes donde haga falta en el oriente cubano. Foto: Yosdany Morejón

En su memoria, Erleidys guarda imágenes que el tiempo no borra: la madrugada de ciclones pasados, los días interminables con cables encima, los postes que levantó bajo aguaceros que parecían no tener fin. “Uno no se acostumbra nunca del todo —confiesa—, pero cada vez que logras dar corriente a una casa y ves la gente aplaudir o llorar sabes que valió la pena”.

No se considera un héroe. “Nosotros hacemos lo que nos toca”, dice, aunque en su voz se adivina la emoción de quien entiende que su trabajo también salva. En medio del peligro, su mayor orgullo es pertenecer a una brigada donde la solidaridad se aprende en cada jornada. “Aquí nadie deja solo a nadie. Si uno cae, el otro sube. Si falta algo, lo compartimos. Somos una familia en el poste”.

Cuando Erleidys Benítez Garrido se ajusta el casco y sube al camión rumbo al oriente, piensa en sus hijos. Sabe que los días lejos de casa serán duros, que las noches sin corriente no solo duelen allá, sino también aquí, donde su familia cuenta las horas. Pero va, como tantos otros, porque alguien debe levantar los postes caídos y devolver la luz.

Y aunque el trabajo le endurezca las manos, en el fondo de ellas siempre guarda la ternura del regreso. A pocos metros, el convoy comienza a avanzar. Mira hacia atrás, hacia la ciudad que lo vio nacer y en silencio promete volver.

Yanier Zamora Mena, al igual que su hermano gemelo, lleva la electricidad en la sangre y el valor en la mirada. Foto: Yosdany Morejón

VOCACIÓN DE LINIERO

Yanier Zamora Mena lleva la electricidad en la sangre y el valor en la mirada. Desde que ingresó a la Empresa Eléctrica de Sancti Spíritus ha sido de los primeros en levantar la mano cuando toca enfrentar huracanes y reconstruir lo que los vientos arrasan. “El primer ciclón de nosotros fue en Pinar del Río; ahí estuvimos cincuenta y pico de días”, recuerda sin dramatismo, como quien habla de un deber que se asume con naturalidad.

Desde entonces, ha participado en varios eventos similares y, aun así, esta nueva misión lo conmueve. “A pesar de todo, hoy vuelvo a dar el paso al frente ante una situación difícil y una necesidad de todo el país que se siente. Es nuestro trabajo y es el compromiso de nosotros con el pueblo de Oriente”, afirma.

Su familia, por supuesto, siente la distancia antes, incluso, de que se marche. “La familia extraña porque uno se va por muchos días…”, dice con voz suave, como quien ha aprendido a convivir con la ausencia. Pero enseguida se recompone: “No, miedo no tengo. Ya eso lo hemos enfrentado otras veces”.

La misión fundamental es regresar con el deber cumplido. Foto: Yosdany Morejón

Lo suyo no es solo oficio, es vocación. “Me gusta lo que hago”, asegura. Y más ahora que comparte la brigada con su hermano gemelo, también liniero. “Ir no solamente con tus compañeros de trabajo, sino también con un miembro de tu familia es un orgullo. Nos da más confianza; nos ayudamos mutuamente, nos concentramos más, nos damos ideas cada uno. Trabajamos juntos en la misma brigada”.

Sabe lo que le espera: postes en el suelo, cables enredados, calles cubiertas de ramas, rostros cansados esperando la luz. Pero eso no lo detiene. “No sabemos cuánto va a demorar todo eso, pero vamos con el espíritu de trabajar, de ayudar a esas personas que están allá pasando trabajo y sin corriente. Vamos a enfrentar lo que venga”.

Así habla Yanier, sin aspavientos. Su acento campesino y su tono sereno resumen el temple de los eléctricos espirituanos que parten al Oriente, donde los espera la oscuridad… y la esperanza de alumbrarla.

El personal posee experiencia suficiente para asumir un reto de esta magnitud. Foto: Yosdany Morejón

SANCTI SPÍRITUS EN MARCHA

Mientras las brigadas ajustan herramientas, revisan los carros y aseguran la logística, el reloj corre sin pausa. Las imágenes que llegan desde Santiago de Cuba y el resto del territorio oriental hablan de un desafío inmenso. En ese escenario, la movilización espirituana trasciende la técnica; es un gesto de solidaridad, una respuesta de país ante el dolor de otros.

A media mañana del miércoles, cuando los motores rugieron y el convoy se perdió en la carretera, Sancti Spíritus quedó en silencio unos segundos, como si contuviera el aliento. Luego, la certeza se impuso: sus hombres iban otra vez al frente, llevando consigo más que herramientas y cables. Llevaban esperanza.

Y aunque el viaje sea largo y la tarea difícil, hay una promesa que los acompaña desde el primer kilómetro: irán, cumplirán y volverán. Volverán todos.

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