Los guaracheros de regla

Los guaracheros de regla

La verdad, no podía estar más ansioso: ¡por fin!, iba ese domingo a satisfacer la curiosidad de mi gran y muy querido amigo Arnaldo. Hacía mucho tiempo desde que me pidió que conversáramos sobre la comparsa habanera de Los Guaracheros de Regla.

— ¿De verdad, Gaspar? ¡Me voy a dar banquete! ¿Dónde encontraste los datos?

— Pues revisé mi colección de recortes de periódicos y encontré una crónica que publicó el periodista Orlando Carrió en la revista Opina, en 1989. ¿Te acuerdas de esa revista?

—¡Cómo no! Si por un anuncio de Opina, una vecina mía, Engracia, permutó su apartamentico de un cuarto por uno de tres en Centro Habana.

Honestamente, no se lo creí. Pero me hice el desentendido y seguí:

—… y también revisé el libro El Casino y la Salsa en Cuba, de Bárbara Balbuena, que salió hace más de veinte años.

—Entonces, Gaspar, con toda confianza podemos comenzar por el principio…

Ezato —como diría un ayudante de Montelongo Cañón, candidato a alcalde de San Nicolás del Peladero—. La comparsa de Los Guaracheros de Regla se organizó exactamente el 26 de julio de 1959. La dirigía el coreógrafo Humberto Medina.

—Gaspar, ¿y cómo nació la idea?

— Te cuento: En los primeros meses de 1959, el dirigente revolucionario Héctor Rodríguez Llompart le propuso a Humberto Medina organizar una comparsa que simbolizara el apoyo de los jóvenes a la Revolución. Medina aceptó la sugerencia, pero, enseguida, dio los tropiezos lógicos de quien no tenía los recursos que hacían falta para hacer una comparsa.

—¿Y entonces…? —me pregunta curioso mi amigo Arnaldo.

— Imagínate que los primeros ensayos los hicieron en el Liceo de Regla. Para reunir los primeros fondos, dejaban entrar al público. La entrada valía un medio (cinco centavos). Y salían a las calles para hacer colectas con laticas.

—¡Pero debutaron por fin!

— Sí, Arnaldo, pero no precisamente en el Carnaval de La Habana.

—¿Cómo hicieron?

—Tú verás: en el mismo pueblo de Regla, aceptaron el reto de competir con otra comparsa de allí, del conocido Parque de las Madres, y que se llamaba Los Titi. Pasó lo que tenía que pasar:

— ¡Ganaron Los Guaracheros!

—¿Tú estabas allí esa noche?

—¡No, hombre, no! Pero es que has hecho la historia como si fuera una novela.

—Pues ese que te cuento fue el comienzo. Luego, ya en el 60, desfilaron por el Prado en los Carnavales con la música de un grupo que dirigía Orlando Martorell.

—Y aquellos Guaracheros de Regla ¿tenían alguna característica que los identificara?

—Arnaldo, por entonces, eran solistas de la comparsa los jimaguas Ortelio y Orlando Hernández Parra. Eran igualitos ¡y bailaban igualito también! Eso se aprovechaba y se les montaban coreografías en dúo y las bailaban como si fuera uno solo.

—Todo eso está muy bien —mi amigo me interrumpe—:  pero a Los Guaracheros de Regla los he visto arrollando con Los Tambores de Bejucal. ¿Cómo empezaron juntos?

—Mira, resulta que Los Tambores de Bejucal tocaban con otra comparsa. Humberto Medina trató de captarlos, pero Yeyo, el director de los Tambores, le decía que no… Hasta que Humberto, en pleno parque de Bejucal, le dijo a Yeyo que ellos querían a Los Tambores de Bejucal. Y Yeyo, rápidamente, contestó: Ah, ¿pero es para Los Guaracheros? ¡Estamos hablando ya!

Así comenzó la historia de los famosísimos Guaracheros de Regla.

“…Amigos, suficiente por hoy”.

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