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Lo que nos enseñan las amistades por temporadas

Lo que nos enseñan las amistades por temporadas

En la vida cotidiana, marcada por los cambios constantes en las dinámicas sociales, emergen vínculos afectivos que, aunque intensos y significativos, no están destinados a perdurar. Se trata de las llamadas “amistades por temporada”, un fenómeno cada vez más reconocido por psicólogos y sociólogos, que invita a reflexionar sobre la naturaleza de las relaciones interpersonales.

Estas amistades surgen en contextos específicos: un nuevo trabajo, una mudanza, un curso académico, o incluso durante momentos de crisis personal. En tales circunstancias, las personas encuentran apoyo mutuo, afinidades y compañía en medio de la transición. Sin embargo, una vez que el entorno cambia o la necesidad emocional se transforma, el vínculo comienza a desvanecerse.

Reconocer una amistad por temporada no implica desvalorizarla; al contrario, muchas de estas relaciones dejan huellas profundas y recuerdos entrañables. No obstante, es importante identificar cuándo un vínculo no está hecho para durar, para evitar expectativas que puedan derivar en frustración o decepción.

Entre las señales más comunes de una amistad temporal se encuentra la falta de continuidad fuera del contexto que la originó. Si la relación se sostiene únicamente en función de una actividad compartida y no hay interés por mantener el contacto una vez que esa actividad cesa, es probable que se trate de una amistad por temporada.

Otro indicio es la ausencia de reciprocidad emocional. Cuando uno de los amigos se esfuerza por mantener el vínculo, mientras el otro muestra desinterés o evasión, se evidencia un desequilibrio que suele anticipar el fin de la relación.

La escasa profundidad en las conversaciones es otro síntoma de una amistad de este tipo. Si los temas tratados se limitan a lo superficial o circunstancial, sin espacio para compartir inquietudes personales, sueños o valores, el vínculo puede carecer de raíces duraderas.

Las amistades genuinas se manifiestan en los momentos difíciles, pues ofrecen apoyo y compañía. Si el vínculo desaparece ante la adversidad, su carácter temporal se hace evidente.

En el contexto cubano, donde la solidaridad y el sentido comunitario son pilares de la vida social, estas amistades pueden tener un papel importante en la construcción de redes de apoyo transitorias. Sin embargo, también es esencial cultivar vínculos que trasciendan las circunstancias, basados en la confianza, el respeto y el compromiso mutuo.

Aceptar que algunas amistades tienen fecha de caducidad no significa renunciar al afecto ni al aprendizaje que brindan. Más bien, implica madurez emocional y capacidad para valorar cada relación en su justa medida. Como bien señala la sabiduría popular: “Cada persona llega a tu vida por una razón, una estación o una vida entera”.

De modo que aprender a distinguir entre los vínculos pasajeros y los duraderos nos permite construir relaciones más sanas, conscientes y enriquecedoras, en armonía con nuestras necesidades afectivas y con el entorno cambiante que nos rodea.

Fuentes: Revista Cubana de Psicología, Revista Bohemia

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