Las hadas del preciado aroma

Desde sus almas nobles y tiernas, sellan el aroma de los Habanos. (Fotos: Oscar Alfonso Sosa)

Las manos suaves no esconden su desnudez ni su maquillaje. Se mueven con una destreza de envidia.

Pueden sus rasgos marcar edades distintas, pero en su hacer prima la ternura, esa que le imprimen a cada capa que acarician, a cada Habano al que dan forma.

Allí, desde sus espacios, llenan de vida una tradición.

Hasta el tiempo cede su marcha para poder abrazar ese ambiente, donde manos y almas de mujeres dan vida a una herencia, a una tradición.

Se les puede llamar tabaqueras, torcedoras, pero al final, son ángeles, ángeles de estos tiempos, hadas que suman luz sobre las sombras.

Crean con el amor que solo ellas saben impregnarle a cada cosa.

Donde nacen los más exquisitos tabacos está el espíritu de la mujer.

Ellas son ángeles de estos tiempos difíciles.

Esta es su creación, creación de hadas.

Con su espíritu noble dan vida a una tradición.