La Asamblea Nacional de todos

La Asamblea Nacional de todos La nueva legislatura la integran 470 diputados, entre ellos 20 espirituanos

Roma no se hizo en un día, sentenciaron siglos atrás; tampoco, la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, constituida este 19 de abril. Sesenta y dos años antes, Fidel se subía a aquel armatoste de hierro, un tanque SAU-100, clavado en Playa Girón, para disparar contra el buque Houston y darle el puntillazo final a la invasión mercenaria de Estados Unidos.

Una legislatura no se conforma con un simple chasquido de dedos, obviamente. Y lo corroboran la juramentación este miércoles de los 470 diputados, entre ellos los 20 espirituanos, al Parlamento y la elección de la Presidencia de la República, de la dirección del órgano legislativo y constituyente y de los miembros del Consejo de Estado, así como la designación de otros cargos, en apego a la Carta Magna y a la Ley Electoral.

La integración de una legislatura es un proceso de meses, que va más allá de la convocatoria a elecciones nacionales a cargo del Consejo de Estado —como lo hizo el pasado primero de diciembre— y de la actuación de los Consejos Electorales y las Comisiones de Candidaturas a diferentes instancias.

Por estos días, la etiqueta: #AsambleaDelPueblo, como el clásico salmón que nada a contracorriente para llegar a su destino, también se posesionó en las turbulentas aguas de las redes sociales. En esos espacios virtuales continuaron navegando los tiburones, alimentados a teta por quienes intentan desmontar el proyecto político cubano a toda costa y a todo costo. Y como siempre, la factura la paga el contribuyente estadounidense.

Desbarraron como les vino en gana; llamaron al voto de castigo. Sin embargo, el pueblo acudió a las urnas el 26 de marzo para elegir a los nuevos legisladores, a través del sufragio libre, igual, secreto y directo. Y continuaron gaznateando en las plataformas digitales. El Parlamento quedó constituido y prosiguen con sus devaneos. Viven de eso.

Nada cambiará la realidad: en la #AsambleaDelPueblo, Popolo (Osdany de la Caridad Pérez González), el guajiro de Algaba, un científico de la tierra y la serranía trinitaria, comparte ya escaño con la doctora en Ciencias y hasta hace horas rectora de la Universidad José Martí Pérez y nueva ministra de Educación, Naima Ariatne Trujillo Barreto, diputada por Jatibonico, y con el cirujano maxilofacial Andy González Santana, del Hospital Provincial General Camilo Cienfuegos, representante del municipio de Sancti Spíritus…

Nadie cambiará esta realidad. Maestros, obreros, dirigentes políticos y administrativos, campesinos, periodistas, científicos… integran el órgano supremo del poder del Estado, cuya composición sobresale por otra característica: del total de parlamentarios, 221 son delegados de circunscripción del Poder Popular; cifra equivalente a casi el 50 por ciento de los diputados. Dígase, entonces, que son las voces del barrio en la Asamblea Nacional.

Precisamente, la X Legislatura deberá distinguirse por el intercambio permanente con los barrios y con las comunidades, como planteara con acierto Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ratificado al frente de la Presidencia de la República, en sus palabras en la sesión constitutiva.

Y a seguidas acotaba el mandatario: “no podemos hacer milagros, pero sí podemos transformar la desafiante realidad de Cuba hoy si logramos crear la sinergia indispensable entre los esfuerzos individuales y colectivos; entre los barrios y los municipios; entre los municipios y la provincia, entre las provincias y la nación”.

En el imaginario popular siguen prendadas las imágenes y, en lo fundamental, la riqueza de los contactos de los entonces candidatos a diputados al Parlamento, realizados en la antesala de los comicios nacionales. Los hoy legisladores no vivían en urnas de cristal; no obstante, esos encuentros revelaron ciertas deudas, es decir, la necesidad de la Asamblea Nacional de acentuar el intercambio con la base. En apenas cuatro palabras: oler más a calle.

El catálogo de desafíos de la actual legislatura se presenta en extremo abultado; sin embargo, pocos negarían que en el plano económico el órgano gubernamental deberá ponerle pecho y neuronas a la inflación, manifestada en una escalada de precios hasta ahora sin freno y que mantiene en ascuas a la mayoría de las familias cubanas y, en particular, los núcleos más vulnerables.

Es sabido que la estocada al fenómeno inflacionario se la dará el aumento de la oferta de bienes y servicios, que no llega por arte de birlibirloque. En función de ello, Díaz-Canel enunció que, en lo inmediato, estarán en la mira la producción de alimentos, el aprovechamiento de las capacidades productivas ociosas, el incremento de los ingresos en divisas y las transformaciones que demanda la empresa estatal socialista. No menor valor tienen la eficiencia del proceso inversionista, la complementariedad de los actores económicos y la participación de la inversión extranjera.

En todas estas líneas de acción ya existe un camino recorrido en el país. Dinamitar, con pensamiento innovador, las trabas y los entuertos que han limitado mayores avances económicos; hacer lo indecible para que el discurso, pase del discurso; sacarle el “jugo” a los menguados recursos, porque el bloqueo estadounidense no dejará de ser un añoso dinosaurio, con una fuerza abismal, deberán ser mucho más que palabras dichas. Roma no se hizo en un día; el respiro de la economía cubana tampoco se alcanzará en 24 horas. Esa convicción le asiste a la Asamblea Nacional, al Parlamento de Popolo, Naima, Andy…, que es decir nosotros mismos.

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