Huverlín Marrero: El horno no es lugar para gente blanda
Suda a mares, y el cuerpo entero le arde como brasa. En sus hombros de 72 años, Huverlín Marrero Vázquez, uno de los maestros alfareros más viejos de Sancti Spíritus, carga los troncos para la boca del horno que ya casi se traga un camión de leña. Los pies desnudos van y vienen ligeros; se burlan de la tierra rojiza, de la comezón de las hormigas.
Nadie como Huverlín sabe colocar la tronquería allá abajo, en la panza del horno, que se repletará luego de ladrillos. Son 58 años quemando ladrillos y rasillas y haciendo cuanto trabajo duro aparece en las naves de este tejar del reparto Kilo-12, en la ciudad de Sancti Spíritus, donde sus huesos, con seguridad, andan solos si los dejan.
Este no es lugar para gente blanda, advierte.
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