Huelga, la leyenda que perdura

Huelga, la leyenda que perdura Imagen de Archivo

Hablar de José Antonio Huelga como ser humano y como deportista es adornar las virtudes de un consagrado. Huelga tuvo el privilegio de saberse crecer a la altura de las necesidades del momento. Hoy, a 51 años de aquel trágico accidente donde perdió la vida, su leyenda desde el box perdura.

A pesar de la prematura consagración, el Jabao, como se le conocía, fue un atleta sencillo, modesto, y de respetuosa caballerosidad. Huelga siempre tuvo a flor de labios una agradable sonrisa que acompañaba con una palmadita en el hombro y el saludo cordial y fraterno para sus conciudadanos.

Descolló, en su corta pero fructífera vida, por su amplia y ejemplarizante trayectoria dentro del deporte de las bolas y los strikes, que lo llevaron a lo más alto del pináculo en su consagración al bautizarlo el Comandante en Jefe Fidel Castro, como el Héroe de Cartagenas.

La carrera deportiva de José Antonio Huelga fue corta pero meteórica, ya que su paso por las series nacionales de pelota y su incursión en eventos internacionales sólo duró siete años. Sin embargo, su labor monticular en tan corto período se puede resumir como brillante.

Lo acompañó la virtud de que mientras cualquier pitcher en sólo siete años comienza a ser un buen lanzador, el espirituano llegó para quedarse en los anales del deporte de las bolas y los strikes, como uno de los mejores monticulistas de todos los tiempos.

Su debut en la pelota cubana aconteció el 5 de enero de 1967, vistiendo las franelas del equipo Las Villas, y en un estadio Augusto César Sandino repleto de público, de una punta a la otra. Su rival, Industriales.

En las filas de los Azules aparecían los nombres de Pedro Chávez, Agustín Marquetti, Antonio Jiménez y Ricardo Lazo, por sólo mencionar a los más encumbrados.

Con sólo 18 años, el primer bateador oficial que enfrentó Huelga en Series Nacionales fue al torpedero capitalino Félix Rosas, el cual falló en roletazo, de segunda a primera. Tras ese primer out retiró por su orden a nueve hombres en forma consecutiva.

Aunque lanzó en las nueve entradas para ganar, perdió el juego, al tolerar sólo dos hits, pero de forma consecutiva, salidos de los bates de Agustín Marquetti, que con dos outs disparó imparable al bosque derecho, dejando el terreno listo para el doble de Ricardo Lazo a la banda izquierda, conexión decisiva para que el toletero de Alquízar anotara carrera.

Con Lazo en la intermedia, Huelga trató de sorprenderlo y en el viraje metió la pelota en la pradera central, bola que se escapó, para la segunda y definitiva carrera del juego.

El choque terminó 2 carreras a una, anotación que los villareños le marcaron a Maximiliano Reyes, quien cedió el montículo al relevista Raúl “la guagua” López, ganador del desafío.
Pedro “Natilla” Jiménez, ya fallecido, y quien por muchos años fuera entrenador de equipos villareños y del seleccionado Cuba, al referirse a Huelga expresó palabras que hoy alcanzan una mayor dimensión.

“Lo quiero como a un hijo, Ello se debe a que en el tiempo que llevo como instructor, nunca antes había tenido un alumno con tanto interés de superación y poder de captación. Recuerdo, inclusive, que en muchas ocasiones al terminar los juegos, me lo encontraba sólo en el albergue tratando de perfeccionar sus movimientos.

“Considero que Manuel Alarcón, continúa expresando Natilla Jiménez, era un lanzador de calibre excepcional, pero si me dieran a escoger, no vacilaría en elegir a José Antonio Huelga. El va a ser, en futuro no lejano, el mejor de todos”. Natilla nunca se equivocó.

Después de concluida la VII Serie nacional de Béisbol en el año 1968, se desarrolla con gran éxito la serie de las estrellas, y el partido entre Orientales y Occidentales.

El juego se desarrolló en el estadio Latinoamericano, una tarde del 19 de mayo, partido que pasó a los anales del béisbol cubano como uno de los más espectaculares desafíos de la historia.
Durante 6 horas y 37 minutos batallaron ambos equipos por la victoria. El juego se extendió hasta 20 entradas, con destaque para las mejores estrellas del momento en Cuba.

Pero la gran hazaña del histórico juego la protagonizó el espirituano José Antonio Huelga, al tener el honor, el coraje y la calidad de abrir aquel partido, tirar 200 lanzamientos, sacar 60 outs, equivalente a dos juegos completos y dos entradas de actuación, en las que ponchó a 10 hombres.

Huelga se mantuvo las 20 entradas que duró el partido. 17 jugadores utilizaron Occidentales tratando de descifrar los envíos de Huelga. Emergentes de la talla de Wilfredo Sánchez y Urbano González se fueron por la vía de los strikes, tarea que pocos lanzadores en cuba pudieran hacer realidad, al ser ellos, dos de los bateadores de mayor tacto en la pelota cubana, en todos los tiempos.

El destacado lanzador espirituano Modesto Verdura se convirtió en 1963 en Sao Paulo, Brasil, en el primer serpentinero de la pelota cubana que doblega en dos oportunidades a los Estados Unidos. Siete años después su coterráneo Huelga le aplicaba la misma dosis a los ahijados del tío Sam.

En una conversación hace varios años con Verdura me manifestó: “me encontraba en La Habana en los últimos días que el elenco Cuba se preparaba para asistir a la XVIII Serie Mundial de Cartagena. En uno de los entrenamientos Modesto se tropieza con Huelga, y éste le manifiesta que estaba en excelente forma deportiva, a lo que Verdura le riposta: “Mira Huelga tienes una misión que cumplir con el pueblo de Cuba y con el espirituano. Esta deuda se debía a que Huelga había perdido dos juegos ante los yanquis en México 68.

Huelga, jocoso como siempre frunce el ceño, y le contesta: “Parece mentira Verdura, tú sabes que tengo una espina clavada desde aquel torneo, y en este mundial tengo el convencimiento de que algo grande va a pasar, duerme tranquilo, y prepara las condiciones para mi regreso…
A su arribo a la Patria, después de ganarle los dos choques a los yanquis, Huelga, ya con el calificativo otorgado por el comandante en jefe Fidel Castro, se encuentra con Verdura. Sonriente le mira, y le expresa: “Verdura, misión cumplida y tremendo resultado me dio en antídoto: cero espinita”. Así era el Jabao José Antonio Huelga.

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