¿Hasta qué nivel estudiar en Cuba? (+ fotos)

¿Hasta qué nivel estudiar en Cuba? (+ fotos)

En Cuba, que desterró el analfabetismo con una campaña monumental en 1961 y que ha defendido históricamente la educación como un derecho universal y gratuito —una de las principales conquistas de la Revolución—, el debate no es si estudiar o no, sino cómo aprovechar al máximo el sistema educativo y hasta dónde llegar en la formación académica y profesional.

La educación general en la isla garantiza a los ciudadanos un nivel básico de escolaridad que les permite desenvolverse en la vida cotidiana; sin embargo, culminar la enseñanza obligatoria, hasta noveno grado, ya no es suficiente. La complejidad del entorno social y económico demanda habilidades superiores: pensamiento crítico, dominio de la tecnología digital, idiomas y capacidad de adaptación. Con un nivel medio de instrucción se logra acceso a oficios, pero se limitan las posibilidades de crecimiento y movilidad social.

De ahí que el preuniversitario o la educación técnica-profesional representan un escalón imprescindible para muchos jóvenes cubanos, quienes valoran la formación técnica en sectores estratégicos como alternativas concretas para incorporarse rápidamente al empleo.

En la actualidad cubana, llegar a la universidad se ha convertido, más que en un proyecto personal, en una necesidad social. Las transformaciones económicas requieren profesionales capacitados en gestión empresarial, desarrollo tecnológico, biotecnología, pedagogía o ciencias sociales.

Los estudios superiores no solo ofrecen mejores oportunidades laborales y salariales; también aportan reconocimiento social, mayor capacidad de participación ciudadana y un papel más activo en la construcción del futuro del país. En medio de las dificultades materiales que enfrenta la educación cubana, las universidades continúan siendo espacios de crecimiento, intercambio cultural e innovación.

Desde el punto de vista social, cada nivel adicional de escolaridad genera beneficios colectivos: mayor productividad, ciudadanos más informados y críticos, y comunidades con capacidad de innovar. La inversión en educación repercute en la salud, la cultura, la ciencia y la calidad de vida.

En el plano individual, estudiar abre puertas no solo a mejores empleos, sino también al desarrollo personal. La lectura, el razonamiento lógico y la capacidad de comunicarse efectivamente son destrezas que enriquecen la vida cotidiana, facilitan la toma de decisiones y fortalecen la autonomía.

¿Hasta dónde estudiar entonces? En la Cuba de hoy la respuesta a esta interrogante no es única. El mínimo debe ser garantizar el nivel medio superior, que permite un piso de competencias básicas en un mundo globalizado, pero lo deseable es que cada joven aspire a culminar una carrera universitaria y, más aún, que entienda la formación como un proceso permanente.

Como la herramienta más poderosa para enfrentar los desafíos actuales y futuros, el estudio no tiene como único fin obtener un título, sino asumir la educación como un modo de vida, como la vía más segura para crecer en lo personal y contribuir con el desarrollo del país.

Fuentes: Juventud Rebelde, Revista Signos, Revista Alma Mater

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