Genaro Luis Alonso González: «Lo más importante es tener un corazón alegre»
Cuando la guagua PAZ con el número 795 del servicio de ómnibus urbanos de la ciudad de Sancti Spíritus se aproxima a cualquiera de las paradas de la Rutas 2 o 7, quienes esperan parecen cobrar aliento. Al menos saben que a pesar de la estrechez del vehículo o las carencias del propio servicio, su trayecto será grato y llegarán a su destino. La razón es una: al timón va Genaro Luis Alonso González, un chofer con más de 30 años de experiencia, pero al que, más que la pericia, le destaca su buen corazón.
Mientras esperaba el horario de salida del turno de cierre de la Ruta 2 en la Escuela de Ganadería, este hombre de bien, siempre con una sonrisa en el rostro y sentado al timón accedió a conversar con la radio.
Es lo que he hecho toda mi vida y me siento muy orgulloso de eso, siempre me ha gustado esta profesión. Me siento cada vez más contento de hacer este trabajo. Siempre les digo que no hay mejor medicina que tener un corazón alegre y quisiera que todos se sintieran muy contentos durante el viaje conmigo. Llevándose algo siempre de mí, como un abrazo, una palabra de aliento o una expresión de cariño. Eso me hace intensamente feliz. Deseo trabajar todos los días y ayudar así a la población constantemente, que es el orgullo más grande: que ellos se sientan bien conmigo.
Cuando la COVID-19 hizo su entrada en tierras espirituanas, la vida de Genaro le llevó por caminos que moldearon su corazón para siempre.
En ese momento yo era chofer de ómnibus y también era paramédico del SIUM, es decir, chofer paramédico. Manejaba el carro de emergencia y hacía de todo al lado de los enfermeros y médicos. Aprendí de todo con ellos. Me indicaban: “Pon este suero”, yo le canalizaba la vena al paciente y le ponía el suero que me indicaban. Había que ponerle oxígeno, yo se lo ponía. Siempre con las indicaciones de los profesionales. Me siento muy orgulloso de haber estado en el seno de ese colectivo tan heroico.
Cuando pidieron dar el paso al frente con la pandemia, aún no existían las vacunas, yo tenía una niñita pequeña que no llegaba al año, y di el paso al frente a salvar vidas, porque alguien tenía que hacerlo y nuestro Presidente estaba pidiendo ponerle corazón a nuestra Patria, a nuestro país. Yo grabé bien ese mensaje y cumplí con lo que él nos estaba pidiendo. Le puse corazón y me fui para (el Hospital de) Rehabilitación a salvar vidas, a ayudar en todo lo que podía, y para el hospital Militar de Villa Clara. Ahí todo lo que pude hacer en beneficio de nuestro pueblo, lo hice.
Estoy dispuesto a hacerlo cuantas veces me lo pida la Revolución, cuántas veces sea necesario, porque la mejor forma de decir es hacer.
¿Hubo algún momento durante la COVID-19 donde viste la muerte de cerca y el miedo te mordió?
Vi la muerte de cerca en un compañero, lo sentí mucho. Sentí todas las muertes que vi. Muertes que sucedieron porque iban a suceder, pero no por falta de asistencia médica. Pero, en este caso estaba el compañero mío de carro, el Licenciado en Enfermería, Máster en Emergencias Médicas Lester, a quien nunca voy a olvidar. Combatió la pandemia allá en Italia cuando la situación estaba bastante difícil. Regresó heroicamente a nuestra Patria de nuevo y enseguida empezamos a trabajar juntos en el carro de emergencia… y por desgracia de la vida cogió la COVID y no pudo rebasar aquello.
La pausa que hace al hablar indica a este equipo de reporteros que evocar momentos tan crudos mueve las fibras más sensibles del corazón de un hombre que no entiende de negativas e imposibles.
Yo iba a verlo todos los días.Yo lo más que deseaba era que él se recuperara. Pensaba mucho en él, en su familia y desgraciadamente falleció. Pero el dolor más grande que tengo es que cada vez que veo a sus hijitos…se me parte… -su voz se quiebra y percibimos ese dolor que late en el pecho de un hombre sencillo.
Se me parte el alma cuando los veo que se quedaron sin papá. Eso hubiera sucedido con mi hija también, la hubiera dejado huérfana…-y se seca las lágrimas procurando seguir su relato.
Gracias a Dios estoy vivo, pero él falleció, y me parece como si hubiera sido yo. Hace dos o tres días que monté a los gemelos con la esposa, que están viviendo por ahí por la entrada del Aeropuerto… Aquello me dio un dolor en el alma ¡que para qué!…. Nunca voy a olvidar a Lester, tiene un lugar en mi corazón para siempre
Trabajé con Reydel Macías, también Licenciado en Enfermería, ambos profesores de Ciencia Médicas, personas muy bien preparadas a los que le agradezco mucho todo lo que aprendí con ellos.
Por suerte no cogí la enfermedad, me protegí bastante, me cuidé mucho. Me ponía el traje, me desinfectaba mucho las manos, el carro cuando llegaba al lugar donde dejaba el paciente lo desinfectaban con la mochila que habían en esos lugares para hacer ese trabajo. Era muy importante para mí tener siempre todas las medidas de seguridad para cuidarme yo, cuidar a mi familia y cuidar a mis amistades. Eso era muy importante para mí.
¿Cómo marcaron esos días tu vida?
Me convencí en ese momento de todo el esfuerzo que hacía la Revolución y que hace actualmente por salvar vidas. Dentro del Hospital Militar de Villa Clara me di cuenta de que hoy en día nuestro país atraviesa por una situación económica tremenda, un país bloqueado, un país del Tercer Mundo, pero Cuba, a pesar de todo, tuvo gastos inmensos en equipos de primera tecnología. Porque estar ingresado en un Hospital Militar donde se estaban atendiendo esos pacientes, les digo yo que estuve ahí con ellos trabajando, era como estar ingresado en cualquier hospital de Estados Unidos, de Francia, de Alemania, de cualquier país capitalista. Todos esos equipos que compró nuestro país costaron muy caro, porque entraron aquí por terceros países debido al bloqueo.
Hoy en día quien no haya vivido eso, en ese escenario, quizás cree que las cosas fueron de otra forma. Pero, en muchísimas ocasiones le he aclarado a personas: “No, mire, yo sí le puedo hablar a usted cómo fue todo. El paciente que falleció es porque era un paciente que, en la mayoría de los casos, tenía muchas patologías: era hipertenso, diabético, tenía problemas cardiovasculares, y asumieron que no padecían de nada, y sucedió. Pero no falleció por falta de atención médica”.
Eso lo viví yo ahí, trabajando junto a los médicos, a los enfermeros y, se hacía todo lo posible por salvar cada vida que se encontraba en esa situación. Yo soy testigo de eso y lo afirmo 100% que con mucho amor se trabajó. Todos los que dimos el paso al frente, lo dimos porque sentíamos desinteresadamente ayudar a la población, ayudar a nuestra Patria a salir de esa situación de la pandemia. Nuestros científicos, por otra parte, estaban trabajando para descubrir la vacuna. En ese momento aun no existía.
¿Qué significó para Genaro, recibir la medalla Hazaña Laboral por Decreto Presidencial 283?
Me siento muy orgulloso que el Presidente de la República haya tenido en consideración mi trabajo, porque yo trabajé doble en la COVID. Yo estaba en ese momento en el carro de emergencia, las guaguas estaban paradas. Pero luego entraron en acción a recoger los contactos. Ahí entré en acción, en los dos centros de trabajo. Hacía 24 horas en uno y luego hacía 24 horas en el otro. Así me pasé alrededor de unos dos años. Yo no dormía. Yo mismo me preguntaba cómo podía soportar aquello. Porque eran raticos, «repeloncitos» lo que yo cogía. El sueño hasta se me olvidaba. Era tanto el deseo que yo tenía de ayudar que se me olvidaba el sueño. No sé cómo, pero lo logré. Nunca tuve un accidente, nunca dejé de cumplir ninguna tarea en ninguno de los dos centros de trabajo. Porque cuando las cosas se hacen con amor y se hacen con interés, sí se puede, está demostrado que sí se puede.
En tiempos tan difíciles ¿qué te motiva a ser tan sensible para quienes abordan el ómnibus que conduces?
Aquí en el ómnibus las personas siempre se sienten contentas cuando me ven que yo voy arribando a la parada. Les noto en el rostro cómo se ponen alegres y es por lo que yo les brindo siempre… Para mí es un orgullo muy grande que cada pasajero que monte se lleve de mí un abrazo, una palabra de aliento, una expresión de cariño… Incluso a veces entran un poco disgustados… Y yo le digo: «No te pongas así, hermano, mira, vas a ver que nosotros nos vamos a ir arreglando aquí hasta que quepa la última persona, que yo no quiero que se quede ninguno. Aquí todos los que quepan, yo me lo voy a llevar. Y vamos a contribuir de la mejor manera como si fuésemos una familia…”.
Me gusta que haya paz y armonía dentro del ómnibus. Aquí van viejitas, van viejitos, van niños y cualquier alteración que hay, la sufren esos nenes, la sufren esos viejitos. Por eso yo les digo que todo lo que yo pueda hacer para que vayan contentos durante la travesía, lo voy a hacer siempre.
En las situaciones de la COVID con mucho amor sobrepasé todas esas dificultades. No sabía si yo viraba y volvía a ver a mi hija y con mucho amor, lo hice, ¿cómo yo con mucho amor no los voy a tratar a ustedes aquí todos los días y ayudarlos en todo lo que pueda?
Diariamente me hacen elogios los pasajeros y eso me enorgullece bastante, me hace más feliz.
En la Dirección de Transporte los veo a todos con mucha preocupación de que nos sucedan imprevistos con la población. En nuestra base tenemos al Director, tenemos al Jefe de Tráfico, tenemos al Secretario Núcleo del Partido y el Jefe del Sindicato que no descansan preocupándose.
Tenemos carencias, pero ellos siempre están tratando de ver qué alternativas se buscan y en qué lugar está lo que necesitamos para que se resuelvan los problemas.
Y yo siempre voy a estar en la mayor disposición de contribuir con eso. Exhorto a todos mis compañeros y a todos los que quieran servir de esta forma que es la correcta, porque me lo ha demostrado la vida, a hacerlo con amor porque cuando tú haces todo con amor, sale bien.
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