Fotógrafo de una epopeya

Fotógrafo de una epopeya Perfecto Romero recibió el Premio Nacional de Periodismo José Martí en 2013.

La Guardia Rural irrumpió inesperadamente en la casa, registrándolo todo, preguntándolo todo.

—¿Dónde están esas armas de mierda?

Nada debajo de los colchones, nada detrás del escaparate.

—¿Dónde están, carajo?

Y la madre, con las manos y los ojos asfixiados de desesperación.

—No se  lleven preso a mi hijo, no se lo lleven…

Perfecto no acabó de escucharla; de pronto se vio sentado sobre su cama. Aquella pesadilla era quizás la premonición.

—¡Muchacho, si soñaste eso, juégale al 51!, le sugirió un amigo zapatero de Cabaiguán.

Perfecto Romero Ramírez quiso probar suerte por primera vez. “Me compré un billete y da la casualidad que salió en el primer premio. En mi casa no había qué comer; pero me fui para Santa Clara a comprar una cámara fotográfica y un electrónico”.

Para esa fecha, el joven de 18 años ya había limpiado zapatos, vendido periódico, había trabajado en una carpintería, en chapistería y en un restaurante, hasta intentó ser sastre; “pero no daba pie con bola. La decisión de comprar el billete marcó toda mi vida”.

—¿De dónde le viene su inclinación revolucionaria?, le preguntamos años atrás.

“De la cuna. Nosotros éramos 14 hermanos y cinco murieron por la situación que había. Nací en una finca llamada La Sierra, cerca de Falcón; vivimos en varios lugares, hasta que vinimos en 1948 para Cabaiguán. Yo odiaba aquel sistema que me estaba sacando la vida; me incliné por la Ortodoxia y después, a través de los tabaqueros amigos míos, me relacioné con el Movimiento 26 de Julio”.

Después que el Che llega al Escambray, a mediados de octubre de 1958, al mando de la Columna No. 8 Ciro Redondo, Perfecto Romero decide subir al lomerío.

“Nos reunimos un grupo de compañeros y nos dicen que había que reforzar la columna guerrillera. Me decidí y, por supuesto, me llevé la cámara”.

Ernesto Che Guevara durante la Campaña de Las Villas Foto: Perfecto Romero.

Ernesto Che Guevara durante la Campaña de Las Villas Foto: Perfecto Romero.

ENCUENTRO CON EL CHE

“Era por la tardecita —rememora—; él estaba sentado en un taburete y me llevan a verlo. ‘¿Y tu arma dónde está?’, me pregunta. No traje, le digo. ‘¿Cómo que no trajiste? Aquí hay más hombres que armas’. Pero durante la conversación, él se fija que tengo la cámara dentro del forro y le explico que soy fotógrafo ambulante. Empieza a conversar conmigo acerca de la fotografía, de cuando él fue fotógrafo en México, sobre una cámara que se le mojó en la invasión.

“Y me dijo finalmente: ‘Quédate, vamos a ver si podemos construir un laboratorio’. Me puso en contacto con Olo Pantoja, quien a los pocos días me dio 400 pesos y me mandó a Sancti Spíritus. Aquí vi a la gente del “26” y ellos localizaron paquetes de fijador, revelador; pero la ampliadora no. Se recogieron otras cosas más: colchas, zapatos…

Al retornar Perfecto Romero al Escambray, el Che se había mudado para Manaca Ranzola. “A los pocos días vino la toma de Fomento. Yo seguí tirando fotos en la tropa. Participé en varios cortes de puentes y en la toma de Cabaiguán. Las primeras fotos me las reveló, allí, Alfredo Rodríguez, quien me había encaminado en este mundo;  tenía la preocupación de que si salían o no.

Perfecto recuerda ahora cómo la química, sin prisa, fue llenando de vida el papel fotográfico. Ante sus ojos vio de nuevo, montado sobre la bestia, al hombre de la boina; fumaba tabaco y llevaba mirada escrutadora, la de siempre. El arma, sobre las espaldas, por si acaso; la mano derecha asida al pico de la montura.

—¡Caramba, soy un león!, se dijo complacido el inexperto fotógrafo.

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