Fidel: El más insurgente de los guerrilleros
13 de agosto: Un torrente de evocaciones y concurrencias recuerdan la llegada al mundo de Fidel Castro Ruz en 1926 y lo testifica la historia; ha sido uno de los partos más fértiles que ha dado Birán, que ha dado Cuba. Sin dudas, el hijo de Lina Ruz y Ángel Castro llegó a convertirse en el más insurgente de los guerrilleros, en un maestro de humanismo, en inspiración.
Y fueron la sencillez y la fineza de su alma las que hicieron grande su estatura de patriota. Tuvo una vida consagrada a los más complejos desafíos: organizó los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, preparó la insurrección desde el exilio mexicano y, luego desembarcó en la isla a bordo del yate Granma. Se le vio en los montes empinados y espesos de la Sierra Maestra encabezar la lucha guerrillera durante 25 meses hasta alcanzar el triunfo de la Revolución en 1959.
El Fidel contra huracanes políticos y naturales siempre se recuerda por las huellas que dejó. Durante el paso del ciclón Flora por territorio cubano, entre el 4 y el 8 de octubre de 1963, se le vio movilizando a nuestros mejores pilotos para salvar a la gente, incluso, del caballete de los bohíos; él mismo socorrió a muchos campesinos que lo perdieron todo, hasta la familia. Cuentan que, durante 46 horas seguidas, Fidel sobrevivió sólo con agua y galletas. La comida era únicamente para los damnificados, afirmaba una y otra vez.
Fidel se dio al pueblo, vivió para el pueblo, de ahí la necesidad de ir de una punta a la otra de la isla para escuchar sus latidos. “(…) nosotros debemos regresar al pueblo constantemente; constantemente debemos estar regresando al pueblo, para oír al pueblo y para seguir pensando y sintiendo junto al pueblo”, sentenció.
Y no faltó a su palabra el hombre que, según el periodista y escritor español Ignacio Ramonet, “perteneció a esa generación de insurgentes míticos —Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka— que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones”.
Del ser humano colosal que Cuba compartió con la humanidad, Ramonet también dijo: “En el panteón mundial consagrado a aquellos que con más empeño lucharon por la justicia social y que más solidaridad derrocharon en favor de los oprimidos de la Tierra, Fidel Castro —les guste o no a sus detractores— tiene un lugar reservado.
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