El guerrillero que nunca dejó de serlo (+ video)
El guerrillero, que nunca ha dejado de serlo, calzó las botas raídas por los trillos y los arrecifes vencidos, y se fue a la costa con la mochila dormida sobre sus altas espaldas. Allí detuvo los pasos para quedarse ensimismado mirando adonde él solo sabe; aunque, algo conocemos: era lejos, muy lejos.
Esa imagen se multiplicó por miles a lo largo de Cuba, desde que el 25 de noviembre de 2016 comenzara otra travesía, no desde Tuxpan, México, en medio de la noche profunda. Profeta al fin anunció que partiría a los 90 años para que el tiempo no le jugara una mala pasada.
Quiso, además, que su estatura de guerrero quedara convertida simbólicamente en cenizas, resguardadas ahora por aquellos cedros olorosos de Birán, expresión de la humildad que prodigó a los suyos y a los nacidos allende el mar.
Ante los ojos apocalípticos y el remordimiento de los fariseos, rescató nuestra isla del naufragio, que le pronosticaron una y mil veces. Ello explicó tanto sobrecogimiento, tanta lágrima, tanto silencio que escoltaron su retorno a Santiago de Cuba por centenares de kilómetros.
Pero, cuando el guerrillero recuerde el verso del poeta de que la muerte es artesana del Sol, no duden que quebrará el cedro y la piedra que lo arropan en el cementerio Santa Ifigenia. Vestirá nuevamente el traje verde olivo que puso a airear apenas un tiempo afuera, calzará las botas raídas y se internará otra vez en la Sierra Maestra, que vigiló su reposo, para seguir dando pelea en su isla, siempre rebelde.
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