El abismo del “químico” (+ Fotos, Infografía y Videos)

El abismo del “químico” (+ Fotos, Infografía y Videos) Imagen generada con IA a partir de una foto cortesía del Minint de un papel impregnado en "químico".

La noche cae sobre La Ranfla, en el Consejo Popular Kilo-12, en la ciudad de Sancti Spíritus. Con un murmullo de pasos y susurros quedos, Ismael*, de 21 años, dobla la esquina y busca el punto de encuentro: un escalón roto que sirve de mostrador para la sustancia conocida como “químico”.

La luz mortecina de los faroles apenas ilumina el envase clandestino. Con manos temblorosas toma una hoja de papel impregnada en la sustancia y paga el precio acostumbrado de 300 pesos por una porción milimétrica. En ese instante, cree hallar alivio.

Meses después confesaría a Radio Sancti Spíritus: “De forma muy casual empecé a consumir con el grupo de amigos en la esquina del barrio”. Durante semanas la droga lo atrapó varias veces al día y admitió: “Me sentía bien, pero pronto la cosa se puso fea, vendí hasta mis prendas y me alejé de quienes quería. Todo para no quedarme sin dosis”.

El descenso fue implacable. Una madrugada, tras una fiesta, consumió más de la cuenta y vomitó sin parar. “Pensé que iba a morir; vomité hasta quedar paralizado”, recuerda con voz quebrada. Aquella experiencia sacudió su voluntad sobre el filo de la vida y la muerte.

“Supe que tocaba fondo. Antes solo pensaba en seguir, pero sentí un cocotazo de Dios que me ayudó a salir de esto”, dice agradecido. El recuerdo de ese momento lo mantiene firme en su recuperación. Orientado ahora hacia su familia y estudios, está matriculado en la Universidad de Sancti Spíritus José Martí y ha dejado atrás incluso el cigarro.

Hoy, rodeado del cariño de sus padres —quienes sospecharon antes de que él mismo reconociera el daño—, considera esta experiencia como una cicatriz de advertencia. “Mi madre me previno, pero no le hice caso; al final, las cosas fueron malas”, confiesa. A quienes lean su historia les lanza un ruego sincero: “Los jóvenes deben alejarse de esto. Parece bonito, pero adentro es lo más malo del mundo”.

Con esa voz templada por la adversidad, se convierte en un testigo vivo de la urgencia de no ceder ni un ápice de terreno frente al “químico” antes de que otras vidas queden atrapadas en el laberinto de las drogas.

LA RUTA SECRETA DE LAS DROGAS

Cuando la oscuridad se adentró en Kilo-12, el mayor Rolando Alonso Santiesteban ya llevaba semanas luchando contra sus fantasmas. Como primer oficial de la Unidad de Enfrentamiento Especializado Antidrogas (UEEA) de la Dirección Técnica de Investigación (DTI) en Sancti Spíritus, encabezó un operativo de sigilo que parecía extraído de un guion cinematográfico: agentes mezclados con la juventud espirituana, escuchas en las esquinas y seguimientos entre plazas y callejones.

“A través del trabajo operativo y secreto se conoció que, en esta zona de la ciudad, existían varios jóvenes que consumían la sustancia. Luego, por decisión de la jefatura del Ministerio del Interior (Minint) en el territorio se abrió un expediente correspondiente a un proceso investigativo”, explica el oficial.

La indagación arrancó a finales de 2023 cuando cinco consumidores fueron identificados en el epicentro del Kilo-12, y así, tras meses de vigilancia —casi medio año de piezas que encajaban pacientemente–, se pudo trazar la cadena delictiva: dos traficantes, naturales de La Habana, abastecían a una joven espirituana cuya relación amorosa con uno de ellos fue la llave para introducir la sustancia en el territorio.

Y es que el modus operandi mostraba una astucia casi artesanal: la sustancia viajaba oculta en bolsos con bisutería y en paquetes de orégano, un olor intenso diseñado para burlar a cualquier “naricilla oficial”. Con total desconocimiento, choferes de la ruta La Habana-Sancti Spíritus actuaban como mensajeros involuntarios de la droga sintética más devastadora que la provincia había visto hasta el momento.

El químico se comercializa en dosis de 0.5 cm² de papel atomizado. Foto cortesía del Minint.

El químico se comercializa en dosis de 0.5 cm² de papel atomizado. Foto cortesía del Minint.

“Logramos detener a esta ciudadana en mayo de 2024, justo cuando descendía de la guagua en la parada de la Unidad Militar —recuerda el mayor Rolando—. Ella venía sola y al requisar sus pertenencias confirmamos que, tan solo en esa ocasión, traía consigo 405 envoltorios, equivalentes a 11.33 gramos del cannabinoides sintético que venía impregnado en orégano.

“En ese momento también arrestamos al comercializador de la droga en el territorio, otro joven espirituano que la esperaba en la parada. Aunque ella tenía vendida por encargo casi toda la sustancia, siempre le dejaba un poco a él que luego la vendía a otros jóvenes”, concluye.

Se trata apenas de un puñado de gramos, pero suficientes para envenenar a decenas, comenta el teniente coronel Iván Ruiz Mata, jefe provincial de la UEEA, quien contextualiza el fenómeno: “Hasta hace poco tiempo el espirituano rechazaba las drogas duras y los que se involucraban en hechos de esta naturaleza lo hacían mediante el consumo de psicotrópicos, es decir, medicamentos controlados con efectos similares a las drogas y era un puñado ínfimo de personas”.

Sin embargo, desde hace dos años, el químico ha ganado en auge debido, entre otros factores, a su bajo precio en este tipo de mercado; así como a la facilidad con la cual se atomiza sobre cualquier superficie y cuyo rastro queda marcado en familias rotas y miradas perdidas.

Su combate no recae solo en el Minint, sino que exige la mirada alerta de padres, educadores y vecinos. Mientras la red del “químico” busca nuevas bocas que alimentar, el heroísmo reside en denunciar cada rumor, cada paso dudoso, cada bolso que cambia de mano. En La Ranfla de Kilo-12, esa batalla comienza con el coraje de no callar.

ENTRE LA HISTORIA Y LA TENDENCIA JUVENIL

Entre 2023 y comienzos de 2024 se detectaron en Sancti Spíritus varios hechos que aludían al consumo del referido cannabinoide sintético fabricado en Estados Unidos que, en pequeñas dosis, desencadena intoxicaciones agudas y hasta la muerte.

Ruiz Mata atribuye este cambio a la combinación de factores externos e internos. “La migración de nuestros jóvenes a países productores de drogas, las redes sociales y el contacto con realidades donde el consumo se legaliza, han permeado la mentalidad local”, dice.

La provincia, una de las más envejecidas de Cuba, se ve obligada ahora a enfrentar una tendencia que, aunque todavía “no alarma y está bajo control”, requiere vigilancia constante, pues el 90 por ciento de quienes prueban por primera vez quedan atados a la sustancia.

“La droga que hemos identificado aquí se ha incautado y hemos puesto a disposición de los tribunales a los autores de estos hechos, entiéndase traficantes y comercializadores, quienes son en definitiva los responsables de que se contamine la juventud. Los consumidores quedan en un control por parte nuestra en función de lograr su reinserción a la sociedad y que se mantengan sin consumir”, agrega el teniente coronel.

Añade que las principales drogas encontradas son el “químico”, la marihuana y solo un caso donde se detectó cocaína en la cabecera provincial, pero en muy pocas cantidades. “La droga que hoy entra a Sancti Spíritus proviene casi toda de la capital del país como parte del tráfico interprovincial, por lo que hemos arreciado los controles en las vías nuestras”, comenta.

¿Qué sucede con la droga una vez que es incautada?

“Tenemos la orden del Ministro del Interior de establecer la guardia y custodia hasta que llega al destino donde será totalmente incinerada. Para ello se crea una comisión integrada por varias personas que presencian el momento de incineración, incluso se documenta en video.

“Llama la atención que algunas de las familias, tanto de traficantes como de consumidores, con las cuales nos hemos entrevistado, no advertían el peligro de lo que pasaba con sus hijos y entonces luego viene la sorpresa cuando son llamados a rendir cuentas en un proceso penal”, acota.

Confirmó que, en los municipios de Sancti Spíritus, Cabaiguán, Trinidad y Taguasco se concentran los casos identificados en los últimos tiempos: “Estamos capacitando a actores económicos privados que administran bares, discotecas y restaurantes para que sepan identificar a estas sustancias o reconocer el comportamiento de una persona bajo sus efectos y sepan, además, el protocolo a seguir”.

En el bar privado La Guapachosa, de Cabaiguán, el cuerpo de protección del lugar detectó, recientemente, a un individuo que portaba marihuana dentro del bolsillo con la intención de entrar al establecimiento. A esa investigación la nombramos Nocturno y los autores están en prisión provisional”, asegura Ruiz Mata.

LA LIBERTAD NO TIENE PRECIO

Entre el color de días que pasan iguales y el eco de pasos metálicos, una celda alberga el testimonio de quien ya paga un alto precio a pesar de su juventud. La Sala Primera de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de Sancti Spíritus la sancionó, en marzo pasado, a siete años de privación de libertad como autora de un delito de tráfico de drogas o sustancias de efectos similares.

“Yo inicié en este mundo de la droga por guiarme por amistades que no eran más que sombras lejanas”, confiesa.

La inmadurez la condujo a creer que una decisión así no acarrearía consecuencias: “Cuando me vi involucrada ya era tarde para salir; el fondo me tragó y, sin darme cuenta, caí presa”, relata. La familia sufrió en carne propia el peso de su error: “Mi madre terminó hospitalizada, mi padre rozó un preinfarto. Nadie imaginó que su hija estaría tras unas rejas por un delito tan grave”.

Kenia** evoca su vida interrumpida: “Antes, estudiaba en la facultad. Me faltaban dos semestres para graduarme. Quería trabajar, construir un hogar. Ahora, estos siete años en pausa se sienten como un agujero negro en mis sueños”. El valor de la libertad —dice— no admite comparación: “La libertad no tiene precio y duele cada minuto que tú estás aquí. Cuando ves a tus padres en una visita de dos horas duele, duele mucho. Cuando llamas a tu casa y están haciendo una comida en la que tú no puedes estar, duele”.

En la prisión busca mantenerse ocupada y trata de retomar los estudios, pero nada se ajusta al plan que alguna vez trazó. “Aun así, me aferro a la esperanza de reconstruir mi vida, de volver a ser la joven llena de metas que un día fui”.

Su historia, contada desde la prisión, convierte el dolor en razón para que todos entiendan que en Cuba y, en Sancti Spíritus, el peligro de las drogas es real y ya arrastra personas hacia una espiral de destrucción. Kenia acaba de cumplir 23 años.

¿UNA DROGA PARA LAS FIESTAS?

La capitana Leidy Laura Aragón Hernández, especialista en Drogas y Toxicología (perito) del Laboratorio Provincial de Criminalística, confirma un detalle contundente: “En el país y en la provincia ya tenemos reportes de personas hospitalizadas por sobredosis”.

Según su criterio, en Cuba la cocaína es muy cara para la mayoría de los consumidores, al igual que la marihuana, de ahí la preferencia o inclinación por el “químico”, cuyo efecto es entre 50 y 100 veces superior al del tetrahidrocannabinol o THC (principio activo de la marihuana).

Detectar el quimico no es imposible, asegura la capitana Leidy Laura Aragón Hernández, especialista en Drogas y Toxicología (perito) del Laboratorio Provincial de Criminalística. Foto cortesía del Minint.

Detectar el quimico no es imposible, asegura la capitana Leidy Laura Aragón Hernández, especialista en Drogas y Toxicología (perito) del Laboratorio Provincial de Criminalística. Foto cortesía del Minint.

Con dosis de apenas 0.5 cm² de papel atomizado que luego se inserta en un cigarrillo, los consumidores experimentan taquicardias muy fuertes e hipertensión arterial que no remiten con los antídotos habituales. En Sancti Spíritus la dosis oscila entre 200 y 300 pesos, o sea, un poco más cara que en La Habana, de ahí que el modus operandi se repite: comprarla en la capital para revenderla en el territorio.

El efecto que produce cada dosis del “químico” dura de 20 a 40 minutos, pero los consumidores quieren prolongarlos y entonces llega la sobredosis y la muerte. “Aunque la persona duplique la dosis de 0.5 cm² a 1 cm² o a más, este solo le durará el mismo tiempo, pero con consecuencias devastadoras para el organismo”.

Añade que, en un primer momento de creación, imitaba perfectamente al THC, pero luego, en un intento por burlar los controles aduanales, quienes lo fabrican diferenciaron tanto su estructura que hoy tiene poco que ver con el compuesto activo de la marihuana.

“Nos seguimos refiriendo a ella como cannabinoide sintético, porque es una droga sintética cuyos efectos son similares al del cannabis, pero actualmente se le agregan otras sustancias como Carbamazepina y otras benzodiacepinas, además de anestésico para animales e incluso formol, fentanilo y fenobarbital. Todo esto se mezcla en laboratorios clandestinos fuera de Cuba en proporciones rudimentarias, por lo que cada lote puede diferir drásticamente del anterior”, precisa la perito del Minint.

El resultado final se atomiza sobre un soporte que, en un primer momento fue picadura vegetal, especialmente el orégano, cuyo olor fuerte enmascara la droga. Sin embargo, en la actualidad se asperge sobre papel, el que puede estar escrito o impreso, sin que esto malogre o afecte las propiedades del “químico”.

El testimonio de Aragón Hernández subraya la urgencia de reforzar la prevención y la capacitación de los equipos médicos: “Hemos visto los efectos físicos del químico en quienes lo consumen y hemos visto las conductas agresivas que provoca; así como la desinhibición de las personas bajo sus efectos que se han desnudado en plena vía pública y les ha parecido correcto. Te aseguro, también, que detectarla y rastrearla no es imposible para nosotros”, refiere.

PROCESOS EN ALZA Y SANCIONES DE PESO

El licenciado Yoan Leonel Pereira Bernal, fiscal jefe de Procesos Penales de la Fiscalía Provincial de Sancti Spíritus, detalló el incremento de casos durante el primer trimestre de 2025: “En igual periodo de 2024 se radicó un único expediente por tráfico de drogas; pero en 2025 ya hemos abierto cinco procesos, tres por drogas ilícitas y dos por comercialización de medicamentos controlados”.

Pereira Bernal identificó al grupo de 18 a 35 años como el más afectado, tanto en consumo como en distribución. La modalidad de intercambio varía según la sustancia: los medicamentos controlados circulan a través de redes sociales, mientras que el “químico” y la cocaína se negocian por teléfono o mediante entregas cara a cara. “Ese contacto directo facilita el control policial, pero también la expansión rápida de la oferta ilícita entre los jóvenes”, advirtió Pereira Bernal.

El químico destruye vidas. Ilustración José Alberto Rodríguez Ávila (Avilarte).

El químico destruye vidas. Ilustración José Alberto Rodríguez Ávila (Avilarte).

¿Qué estipula el Código Penal al respecto?

“El que produzca, el que transporte, el que trafique, el que adquiera, el que introduzca o extraiga del territorio nacional drogas o tenga en su poder con el propósito de traficarlas; el que opere, administre, dirija locales o viviendas que se utilicen para el consumo de las drogas también incurre en estos delitos, cuyos marcos sancionadores abarcan desde cuatro hasta 10 años de privación de libertad.

“En el caso de la fabricación, transportación en equipos, materiales o sustancias que se utilizan para el cultivo, la producción de drogas propiamente, hay un marco sancionador mayor que es de 10 a 30 años. Igualmente, cuando se trata de funcionarios, empleados públicos, autoridades o sus agentes que facilitan para la ejecución, aprovechándose de las condiciones y que utilicen medios o recursos del Estado para alguna de esas actividades.

“Si las personas en la transportación o tráfico ilícito internacional de drogas o sustancias de efectos similares penetran el territorio nacional por cualquier circunstancia, utilizando naves o aeronaves, la sanción puede variar desde 10 hasta 30 años de privación de libertad.

“Cuando las cantidades ocupadas son muy significativas, también se va por este marco sancionador de 10 a 30 años de privación de libertad. O sea, todas estas conductas van a estribar en un marco sancionador de 4 a 30 años de privación en libertad, siempre dejando las sanciones más severas para las conductas más graves”.

En el caso de los menores que pudieran incurrir en hechos de esta naturaleza, ¿cuáles son las conductas a adoptar?

“Siempre la participación de menores en hechos delictivos va a condicionar un agravante dentro del proceso penal. Cuando se utiliza a un menor de edad para la comercialización, para el consumo y demás, ya eso agrava la situación procesal de ese comisor mayor de edad que lo utiliza, y puede incurrir, además del delito de tráfico de drogas, en el delito de corrupción de menores a partir del ente corruptor que se está llevando a cabo.

“En el caso de los menores, su tratamiento es diferenciado, aunque no responden penalmente. Desde el Ministerio del Interior y desde la Fiscalía se les da un seguimiento, además, participan las comisiones de prevención social y los grupos de atención a menores”.

¿Qué pasa con los consumidores?

“El mero consumo de estas sustancias no convierte a las personas en comisores del delito de tráfico de drogas, porque se convierten en víctimas de dicho flagelo. Sin embargo, una de las modalidades que estamos viendo en algunos de los procesos penales que hoy tenemos en tramitación es el consumo compartido.

“Esto quiere decir que adquieren la droga a un determinado precio y la socializan con grupos de amistades. Eso ya es otra cuestión, porque los convierte en comisores del delito de tráfico de drogas porque están facilitándole a otra persona ese consumo”, explicó.

LA BATALLA TAMBIÉN SE GANA EN LAS AULAS

Bajo el peso de rumores, los espirituanos exigen respuestas claras: ¿Hay drogas en las escuelas? Andrei Armas Bravo, director general de Educación en el territorio, no titubea: “Hoy no tenemos consumo ni tráfico de sustancias en instituciones educativas”.

Su voz no se envuelve en triunfalismos. “No podemos confiarnos, porque hay menores vinculados a hechos de consumo fuera de las aulas. Eso nos alerta y nos llama a reforzar el trabajo en nuestras instituciones educativas”, advierte, mientras sostiene en sus manos un documento clave: la Resolución 15 de 2019 del Ministerio de Educación (Mined), brújula del trabajo preventivo en las escuelas cubanas.

El texto, explica Armas Bravo, no es letra muerta y establece acciones concretas: integración del tema en asignaturas, talleres con estudiantes, alianzas con familias y organizaciones políticas.

El enfoque, subraya, es proactivo: “Esas acciones las debemos concebir hasta llegar a la última institución educativa que involucra a la familia, a la comunidad, a los factores. Así está diseñada y adaptada a nuestro medio. Nosotros tenemos identificado dónde están los principales casos, donde se concentran y ahí tenemos que dirigir las principales labores”.

Según el director general de Educación, en la actualidad se refuerza el trabajo preventivo en las secundarias básicas y la etapa preuniversitaria: “¿Por qué tenemos que hablar de los pioneros también? Porque en Secundaria Básica son pioneros y hemos tenido casos de secundaria básica vinculados al consumo de drogas”.

Aunque la escuela moviliza recursos, Armas Bravo no esquiva una verdad incómoda porque el consumo ocurre alejado de las aulas, ante lo cual el rol de los padres es decisivo: “Yo digo que es casi más importante el trabajo con la familia, por eso tenemos la necesidad de seguir trabajando con ellos en las escuelas de educación familiar”.

EL COSTO HUMANO: ME QUEDÉ SOLO CON MI SOMBRA

La voz de Javier*** (24 años) se quiebra al evocar los días en que su vida giró alrededor de un papel impregnado de muerte. “El ‘químico’ me robó un año. Me dejó sin dinero, sin dignidad”, confiesa, mientras sus manos, antes temblorosas por la abstinencia, dibujan círculos en el aire, como si aún intentara escapar de un laberinto sin salida.

Recuerda que todo comenzó en una esquina cualquiera de Sancti Spíritus. “La droga llegó a mi grupo de amigos y, de ahí, a mí. Pensé que por una vez no pasaba nada”, relata. Lo que siguió fue un ciclo de autodestrucción disfrazado de euforia: “Me envicié rápido y vendía lo que fuera por una dosis”.

La espiral fue brutal. “Me puse violento con mi esposa y discutíamos mucho porque ella me veía consumir. Me suplicaba que parara, pero yo creía tener el control”.

Su relato desnuda la mentira del adicto: “La droga te convence de que estás bien, hasta que un día despiertas y ya no tienes a nadie”. Javier describe noches en un cuarto oscuro, aislado de su madre y sus amigos: “Mi felicidad dependía del ‘químico’. Si no lo tenía, me volvía loco, deprimido… Llegué a llorar durante horas, tirado en el suelo”.

El punto de quiebra llegó tras múltiples crisis familiares y económicas. “No tenía trabajo, debía dinero, ya no quería trabajar ni ver a nadie, solo drogarme. Hasta que un día, llorando como un niño, entendí: o salía de esto o me moría”.

LA RECONSTRUCCIÓN: HOY VUELVO A VER EL SOL

Javier respira aliviado: lleva varios meses limpio. Se reconcilió con su familia, recuperó el empleo, dejó de fumar y, lo más importante, encontró la paz y el perdón que tanto necesitaba por sus acciones del pasado. Su mensaje es urgente: “El ‘químico’ no es juego. Es una bomba que destruye familias, salud, sueños. Ni siquiera lo prueben: después de la primera dosis, el cerebro te pide más… y ya no paras”.

Mientras habla, una reflexión es obligatoria: la droga no entra sola a las casas. Llega por alguien que calla. Estas historias, más que testimonios, son espejos para quienes prueban el “químico” y luego caen en la adicción: no basta con quemar la droga incautada. Hay que quemar el silencio.

 

*, ** y ***: Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de las personas que, voluntariamente, ofrecieron su testimonio durante la redacción de este reportaje.

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