Doctor Ernesto Castañeda: la medicina, el rigor científico y la sensibilidad humana
Foto: Cortesía del entrevistado.
Apenas 35 años cumplidos y su nombre comienza a pronunciarse con respeto en espacios donde la experiencia suele medirse en décadas porque Ernesto Castañeda Martín pertenece a una generación de jóvenes galenos que ha decidido asumir la bata blanca como la mayor responsabilidad de la vida.
Cada mañana, en el Servicio de Endocrinología del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos de Sancti Spíritus, Ernesto ejerce una medicina que combina rigor científico y sensibilidad humana a sabiendas de que la diabetes es una de las enfermedades crónicas más desafiantes del país.
«La diabetes tiene mucha prioridad en la provincia, de hecho por eso contamos con varios especialistas y la formación del médico general y de los clínicos y en general de todas las especialidades se le da la importancia capital a la diabetes médica junto con la hipertensión arterial que son las enfermedades crónicas no transmisibles más frecuentes y de hecho el control de estas enfermedades son lo que prolonga más la esperanza de vida de las personas».
Quienes lo conocen coinciden en que su mayor virtud no está solo en el dominio de la endocrinología sino en la manera en que atiende la enfermedad como un fenómeno social, familiar y psicológico. Tal vez por ello le duele tanto perder un paciente.
«Tuvimos una paciente joven de 25 años que falleció por las complicaciones de la diabetes medica. Diabética tipo 1 desde los 12 años de edad pero con muy mal control, no tuvo un buen estilo de vida, era fumadora, ingresaba frecuentemente con situaciones diabéticas y tuvo todas las complicaciones de la diabetes medica con 25 años. Pie diabético, amputada, enfermedad renal crónica avanzada, nefropatía diabética con necesidad de hemodiálisis, fue un caso que me marcó a mí porque la vi, era una muchacha muy joven».
Y por el contrario doctor, ¿qué sucede cuando los pacientes cooperan?
Sí, tenemos muchas experiencias de buenos casos de personas que se adhieren al tratamiento, que siguen las recomendaciones dietéticas, que también tienen un buen apoyo familiar y un buen contacto social y están muy bien, sin complicaciones.
Pero Ernesto Castañeda no sintió el llamado por esta profesión salvadora hasta que ya había matriculado en la carrera de informática.
«Y entonces mi padre se enferma, tengo un apendicitis pero fue una presentación rara y entonces dije, bueno yo tengo que ser médico porque si no eso no me deja, no me da tranquilidad y entonces decidí cambiarme de carrera en el año 2011 y eso me ha permitido ayudar al pueblo. Y lo que nos mantiene en el trabajo, lo que nos mantiene con energía es ayudar a las personas y que las personas estén satisfechas con tu trabajo y mejoren, que es lo principal».
En tiempos en que los recursos escasean y las consultas se multiplican, su enfoque insiste en la educación del paciente, en la prevención como arma fundamental y en el seguimiento sistemático como garantía de la calidad de vida.
«Tomar mucha agua, hacer ejercicio periódicamente, no tiene que ser ejercicio tipo atleta pero una pequeña caminata, algunos pequeños ejercicios en casa».
El espirituano Ernesto Castañeda es en esencia el reflejo de una generación de jóvenes médicos cubanos que sostienen el sistema de salud desde la ciencia, la ética y la vocación.
Y es ahí, en este actuar diario de cuidar y enseñar, donde se entiende que la verdadera grandeza no siempre espera los años, a veces llega temprano, con la convicción firme de que la medicina sigue siendo, ante todo, un compromiso con la vida.
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