Dele otra vuelta…
—Arnaldo, ¿te acuerdas de Juan Emilio Fríguls? —Así, sin más preámbulos, recibí a mi contertulio del domingo.
—Gaspar, me uno a ese sentimiento de respeto y cariño, porque yo lo conocí también.
—Pues te contaré cómo él debutó en la radio. Él mismo se lo explicó a Josefa Bracero para su libro Rostros que se escuchan:
“El promotor radial Gaspar Pumarejo tenía la costumbre de, como se dice en buen cubano, quitarse los palos de arriba. En 1946, dijo que el Noticiero de su nueva emisora Unión Radio sería dirigido por los cuatro primeros expedientes de la primera promoción de la Escuela de Periodismo. Y entre esos cuatro seleccionados estaba Juan Emilio Fríguls.
—Gaspar, entonces Juan Emilio Fríguls empezó en la radio en el 46. Pero ya era periodista antes…
— Sí, claro, aunque no se había graduado todavía. Fríguls estaba en tercer año de periodismo, cuando su profesor Jiménez Perdomo –por cierto, el padre de Marta Jiménez Oropesa, aquella Rita de Alegrías de sobremesa, explicó en clase: “Mi director, Santiago Claret, lleva tiempo buscando un periodista que haga diariamente comentarios socio-religiosos”. Al escuchar eso, Fríguls le avisó a Claret por telegrama que estaba dispuesto a asumir el trabajo. Claret le responde al otro día y lo cita para las cinco de la tarde.
—Y así empezó…
— Espera, espera, que el asunto no fue tan fácil: Fríguls se dirigió al periódico Información, en la calle de San Rafael. Y al llegar, se da cuenta de que el director, Santiago Claret, parecía rechazarlo, porque no esperaba un aspirante tan joven para el puesto.
—¿Y entonces…? ¿Qué pasó?
— Te explico. Claret le dice: “Vaya a la redacción y escriba un comentario como si lo fuera a publicar mañana”. Fríguls va a la redacción, se sienta, lo escribe y se lo lleva a Claret.
— Y Claret lo aceptó, ¿no?
— ¡Frío, frío…! Cuando Claret lee lo que había escrito Fríguls, le dice: “Sí, no está mal, pero mire, dele una vuelta, cambie el primer párrafo —el lead, como le dicen los periodistas—, y sobre este mismo tema hágame otro”.
En este punto de nuestra charla, el rostro de mi amigo era todo un poema:
—Fríguls regresó a la redacción. Escribió otra vez. Lo trajo ante Claret: “Sí, pero mire, haga un esfuerzo, dele otra vuelta y hágame otro. Usted debe saber cómo, usted estudia Periodismo...”
—Chico, me parece que eso era un trajín. Si es conmigo, renuncio y me voy…
— Y Fríguls por poco hace lo mismo. Pero pensó en lo que representaría perder ese trabajo y, a regañadientes, volvió a la redacción. Cuando terminó, ¿sabes lo que le dijo Claret?
—¿Qué le dijo?
— Pues Claret le dijo a Juan Emilio Fríguls: “Mire, los tres están bien. Yo sólo quería saber si usted tenía voluntad y si podía darle varias vueltas a un mismo tema. ¿Cuál de los tres quiere que se publique mañana?”
“…Amigos, suficiente por hoy”.
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