Cuando la misión es devolver la luz
En los quirófanos del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, la doctora Danilka Águila Bernal, jefa de departamento del Servicio de Retina, descubre un nuevo motivo para sonreír cada mañana.
Durante los últimos 16 años, esta joven oftalmóloga ha convertido su pasión en una promesa: devolver la luz a quienes viven en las sombras. Su bata blanca, siempre inmaculada, guarda en los bolsillos tanto instrumentos de precisión como secretos de esperanza.
Con total concentración revisa un fondo de ojo: sus dedos temblaban apenas al ajustar la lente, pero su mirada nunca flaqueó. Aquella paciente, una maestra jubilada, entró al quirófano con la vista agotada y salió con el mundo reconstruido. Para Danilka, no existen “casos imposibles”; solo desafíos que exigen una mezcla de ciencia, entrega y empatía.
El Servicio de Retina es, gracias a ella, un santuario silencioso donde cada intervención refleja un acto de fe. Bajo su guía se implementó recientemente en el territorio, la inyección intravítrea de Avastin, técnica que antes obligaba a cientos de personas a viajar fuera de la provincia.
Hoy, en Sancti Spíritus, no hay distancia que separa al paciente de la cura: cámaras especializadas y un blefarostato artesanal, réplica fiel ideada por un colega estomatólogo, facilitan cada procedimiento con la precisión de un reloj suizo.
La rutina de Danilka comienza antes del alba. Revisa historiales, conversa con el equipo de enfermería y, a cada paso, recuerda que se debe a todo un pueblo. Desde que lo comprendió, cada retina reparada lleva impresa la huella de un amor eterno.
No todo es técnica ni aparataje de última generación: las historias de quienes llegan sin esperanzas son el motor que impulsa a Danilka. Como el joven albañil que recuperó la nitidez para leer los planos de su oficio, o la madre de familia que, tras años de nubes en su visión, volvió a contemplar los rostros de sus hijos. “Cada “gracias, doctora” me recuerda que la vista es más que un sentido: es un puente hacia la vida”, dice mientras guarda el microscopio al finalizar la jornada.
Cuando declina la tarde, suele quedarse un rato más en su oficina, mientras repasa casos y planea jornadas de capacitación para residentes de la especialidad. Cree en la fuerza del conocimiento compartido y en el poder de multiplicar la cura. Su legado no se medirá solo en ojos salvados, sino en generaciones de médicos que aprendieron a mirar la retina como un lienzo vivo de mil posibilidades.
Y es que la doctora Danilka Águila Bernal recoge la misma certeza que la vio nacer como médico: “Devolver la luz es regalar un futuro”, cuenta. En Sancti Spíritus, su nombre resuena ya como sinónimo de esperanza, un faro que encara las sombras con la convicción de que, tras cada párpado, late un universo por sanar.
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