Cuando el amor se impone en los tiempos difíciles

La Escuela Especial Abel Santamaría Cuadrado es ese sitio de privilegio donde la ternura y el amor conspiran a favor de la salud y la educación, aún cuando tensas limitaciones de recursos materiales, con buena cuota responsabilidad del bloqueo norteamericano a Cuba, siguen siendo compañía cotidiana para el cubano.

La rehabilitación de los niños no se detiene a pesar de las limitaciones materiales. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

En la institución, docencia y la rehabilitación visual se dan la mano. Tanto en las aulas como en la consulta especializada, docentes, técnicos y optometristas muy profesionales ofrecen seguimiento todas las semanas a los pequeños del centro y de otras instalaciones educativas del territorio, en una muestra de ternura única.

La calidad profesional y humana del personal de la escuela es distintiva. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Niños estrábicos y ambliopes disfrutan la fortaleza de esta escuela, que cuenta con una maestra y una auxiliar por aula y una matrícula de seis a ocho estudiantes de prescolar a cuarto grado.

En la escuela los alumnos también se benefician con los medios computarizados. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Ni las complejidades de la vida de la nación que hacen más complejo el trabajo clínico enfocado en la rehabilitación visual, por sus especificidades y requerimiento de equipos de alta tecnología, muy costosos y difíciles de adquirir en su integralidad o por partes o piezas, frenan la voluntad de sanar y enseñar.

Además de la recuperación, los menores reciben el beneficio de la enseñanza, con maestros y auxiliares muy bien preparados. Foto: Oscar Alfonso Sosa.

Educadores y los especialistas de electromedicina ponen su empeño en que la escuela logre sus propósitos, con múltiples iniciativas, pero, sobre todo, con la ternura y el amor que los niños que allí se rehabilitan merecen.

La escuela vive el palpitar de una enseñanza integral. Foto: Oscar Alfonso Sosa.