Constructores espirituanos apoyan labores recuperativas en Santiago de Cuba

Labores de higienización y limpieza desarrollan los constructores espirituanos en el Consejo Popular El Cristo de Santiago de Cuba, fuertemente azotado por el huracán Melissa.

Al pie de las labores de recuperación, Rislander Torres Díaz, director de la Empresa de Construcción y Montaje Sancti Spíritus, quien se encuentra al frente de los hombres de esa fuerza.

«El Cristo es un Consejo Popular de más de 30.000 habitantes. Hicimos el compromiso de hacer en tiempo récord el saneamiento y todo el desecho producto del huracán. Realmente se ha trabajado duro, de 5 de la mañana en jornada extendida hasta 6, 7 u 8 de la tarde, en dependencia de donde estamos ubicados.

Ya hemos movido más de 11.000 metros cúbicos de desecho sólido. Ya prácticamente tenemos el Consejo Popular, lo tenemos ya prácticamente terminado. Ya nos quedan muy pocos asentamientos donde trabajar».

A los constructores espirituanos se han unido los pobladores del Cristo.

«Hay una acogida muy afable de la población, se han aceptado con nosotros. Realmente la labor que hemos hecho ahí, se siente muy agradecido por lo que hemos estado haciendo hoy en el Cristo.

«Durante este domingo, los constructores espirituanos se sumaron a las labores de limpieza e higienización en las calles de la ciudad de Santiago de Cuba».

Acostumbrados a enfrentar condiciones difíciles en otras provincias, azotadas por fenómenos meteorológicos, los constructores espirituanos no se amilanan ante los destrozos que dejó Melissa y lo complejo de las acciones.

«Salimos ante el principio de convicción, de trabajar y hacerlo. Hemos hecho en todos los lugares nuestro máximo esfuerzo, toda la tropa. Tenemos 22 hombres, 19 máquinas, entre retrocargadores, multis, camiones de volteo, equipos de combustible, zorra.

«Nos encontramos con lo que hemos visto en otros lugares, donde hemos ido a sanear el lugar. Le ha abierto paso a todas las calles, las calles prácticamente están colapsadas con todos los desechos y prácticamente no se podía circular. Pero bueno, ya el Cristo es otra ciudad».