Conrado Benítez, el maestro multiplicado en cien mil maestros

Conrado Benítez, el maestro multiplicado en cien mil maestros

Nació en casa de pobres y fue cobijado por el amor de su tía paterna Herminia, Miní que le dio estatura a fuerza de trabajo y ejemplo. Casi niño, cuando el plato vacío en la mesa dolía demasiado, Conrado se iba a las calles a limpiar botas. En las manos pequeñas apenas cabía el cepillo con el que lustraba aquellos zapatos de dos tonos que solían pisotear hasta el alma de la gente sin recursos y hasta sin voz.

Ya adolescente, un día y otro Miní lo despedía de madrugada y le trazaba una cruz en la frente para protegerlo de males. Iba para la panadería y regresaba al anochecer. El traje blanco de panadero apenas descansaba en el cordel.

Triunfa la Revolución cubana en 1959 y, en 1960, ante el llamado del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro, el joven Conrado se incorpora a la Campaña de Alfabetización. En la escuela de Minas de Frío, Sierra Maestra, recibe las primeras lecciones de magisterio y asido a ellas se va a la Sierra del Escambray, a una zona montañosa llamada Sierra Reunión. Tiempo después fue ubicado en el caserío de La Sierrita, Trinidad.

Cuentan que allí, el campesino Virgilio Madrigal le ofreció dos locales en un aserradero. Uno sirvió como dormitorio del joven maestro, el otro fue convertido en un aula para alfabetizar a 44 niños.

Las letras se dibujaban en el pizarrón improvisado y las palabras empezaban a crecer en los cuadernos. Ante el maestro, el asombro de lo que, corazón adentro de las montañas, podía lograrse con la educación y el amor.

En la tarde del 4 de enero de 1961, luego de unas vacaciones, Conrado regresaba a su escuelita improvisada. En la mochila, sueños y regalos para sus alumnos: pelotas, guantes, bates y pistolas. Planeaba colocarlos encima de los pupitres el Día de Reyes, mas, no pudo ser.

El 5 de enero de 1961, fue interceptado por una banda de alzados, comandada por Osvaldo Ramírez. En Las Tinajitas, San Ambrosio, Trinidad, una orgía de sangre consumaba el crimen. Conrado solo llevaba encima un libro de Anatomía, uno de Matemáticas y uno de Composición. Instruir, darle voz a los humildes fueron razones suficientes para torturarlo salvajemente. Junto a él,  Heliodoro Rodríguez Linares, uno de los campesinos de la zona, corrió igual suerte.

En su intento por frustrar el propósito de la Revolución cubana de alfabetizar a los cientos de miles de iletrados existentes en el país, el gobierno de los Estados Unidos desató una extensa cadena de hechos terroristas.

Estas acciones encubiertas contra Cuba, desde marzo de 1960 hasta diciembre de 1961, causaron 23 muertos y 37 heridos entre ellos estudiantes, maestros voluntarios, alfabetizadores y campesinos.

Fue Conrado Benítez la primera víctima del terrorismo contra el magisterio cubano. Solo tenía 18 años de edad cuando ocurrió el hecho. Conrado fue uno de esos jóvenes, apenas niños, que mochila y farol en mano, una vez graduados de la Escuela de Capacitación Pedagógica de Minas de Frío, subieron a las montañas para impartir clases.

Y aquel maestro que convirtió un aserrío en escuela, que con estacas y pequeñas tablas construyó los pupitres para sus alumnos se convirtió en bandera. Su nombre fue tomado para denominar las brigadas alfabetizadoras que continuaron su obra. Cien mil brigadistas Conrado Benítez hicieron posible la utopía. El 22 de diciembre de 1961, Cuba se declaraba como primer Territorio Libre de Analfabetismo en América Latina.

 

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