En La Trinitaria palpitan las tradiciones de la Ciudad Museo del Caribe (+ audio y fotos)

Es la música el principal aderezo de la casona La Trinitaria: en cada espacio palpita el pentagrama tradicional de la Ciudad Museo del Mar Caribe, singular por sus añejas edificaciones, por sus calles de chinas pelonas, pero también por sus compositores e intérpretes.

Fotos, piezas, muebles codean al cliente con la singularidad de una de las 7 villas fundadas por Diego Velázquez, la tercera. Y es que su patrimonio atrapa desde que se abre el portón del inmueble que conserva la originalidad, aun después de restaurado: en su interior late toda una vida.

“Aquí vivió parte de mi familia, mis abuelos, tatarabuelos, mi padre José López, Eduardo López, gran abogado de esta ciudad, Macholo, todo el mundo llamaba así a Roberto López, una de las personas que más defendió el patrimonio de Trinidad, al igual que mi abuelo quien batalló por mantener esta calles empedradas.”

De una primera ojeada el visitante descubre que el anfitrión es hijo ilustre de la ciudad, que aun lejos le pulsa, lugareño firme, músico que rasga la guitarra para traer de regreso a la bella Trinidad. Es la ciudad de Pepe López, la que custodia el monte y el mar.

“Aquí quiero traer mi música, mi canto además a reconocidos artistas como Haila ,Polito Ibáñez, Isaac Delgado, Gerardo Alfonso, Mauricio Figueral ,a intérpretes que aman y respetan a esta ciudad trovadoresca”.

Abrazada a la música está la gastronomía distintiva de la Ciudad Museo del Mar Caribe. Es la impronta del Guille, hermano del artista, barman de altos quilates, que se marchó casi sin despedirse, pero sin ambiciones .Dejo mezclas, sabores, las tantas maneras de maridar el auténtico ron cubano con el mejor tabaco de nuestras vegas.

“La casona es también un homenaje a mi hermano Guillermo, el Nene que aportó a la gastronomía trinitaria, a la cultura en general. Es un homenaje a todos los López que vivieron aquí y pusieron un pedacito de arena y de corazón por esta villa”.

La Trinitaria es la casona donde el buen gusto, lo impar andan de la mano. Guitarra, claves, maracas adornan la estancia de la clientela que a su llegada la envuelve el halo trovadoresco de una ciudad que pernota cerca del mar y del monte.