Antonio Maceo y Ernesto Guevara: La virtud de no capitular
En la historia de Cuba, la intransigencia ha sido a menudo vinculada con la firmeza de ideales y la negativa a ceder ante las presiones impuestas por las circunstancias. Dos personalidades encarnan este principio con notable intensidad, a pesar de haber vivido en siglos diferentes: Antonio Maceo Grajales, líder independentista del siglo XIX, y Ernesto Guevara, revolucionario argentino-cubano del XX. Ambos defendieron sus convicciones con una radicalidad que marcó sus respectivas épocas y dejó una huella indeleble en el imaginario de la isla.
EL TITÁN DE BRONCE
Antonio Maceo, uno de los principales caudillos de las guerras de independencia contra el colonialismo español, se ganó el seudónimo del Titán de Bronce no solo por su resistencia física y valentía en combate, sino también por su carácter férreo y su rechazo categórico a cualquier pacto que comprometiera la soberanía nacional.
El ejemplo más emblemático de su intransigencia se dio en 1878, con la llamada Protesta de Baraguá. Tras una década de lucha en la Guerra de los Diez Años, muchos jefes del Ejército Libertador aceptaron el Pacto del Zanjón, propuesto por España, que ofrecía indultos y algunas reformas, pero no la independencia de Cuba ni la abolición inmediata de la esclavitud.
Maceo, sin vacilar, rechazó el acuerdo.
Su famosa frase: “No, no nos entendemos”, pronunciada ante el general español Arsenio Martínez Campos, resumió su postura: no habría paz sin libertad total.
Este acto, aunque militarmente infructuoso en el corto plazo, se convirtió en un símbolo de dignidad y resistencia. Maceo retomó las armas poco después, y aunque finalmente tuvo que exiliarse, su gesto consolidó su legado como figura de integridad moral y rechazo absoluto a la capitulación.
EL GUERRILLERO HEROICO
Ernesto Guevara, conocido mundialmente como el Che, llegó a Cuba en 1956 junto a Fidel Castro como parte del Movimiento 26 de Julio. A lo largo de la lucha guerrillera y en los años posteriores al triunfo de 1959, Guevara demostró una intransigencia política e ideológica que lo distinguió incluso dentro del propio liderazgo revolucionario.
Uno de los ejemplos más notorios fue su firme defensa de la lucha armada como vía para la liberación de América Latina.
Desde su cargo como ministro de Industrias y luego como presidente del Banco Nacional de Cuba, impulsó una línea de desarrollo económico basada en el voluntarismo, el sacrificio personal y la eliminación de incentivos materiales. Su famosa crítica al “hombre nuevo” que debía dejar atrás el egoísmo capitalista reflejaba su visión intransigente del socialismo.
En 1965, abandonó Cuba para continuar la lucha armada en el Congo y luego en Bolivia, donde fue capturado y ejecutado en 1967. Su decisión de dejar sus cargos y privilegios para pelear en otros continentes evidencia una intransigencia personal que trascendía fronteras: Guevara no concebía la revolución sin compromiso total, incluso a costa de su vida.
DOS HOMBRES, UNA ÉTICA
A pesar de las diferencias en contexto, ideología y objetivos estratégicos, tanto Antonio Maceo como Ernesto Guevara compartieron una misma ética de la lucha: la negativa a transigir con el enemigo o a aceptar soluciones intermedias que no respondieran a sus principios.
Esta intransigencia, que algunos podrían considerar obstinación o dogmatismo, fue para ellos una virtud. En ambos casos, el precio de su firmeza fue alto: el exilio para Maceo, la muerte para el Che. Más allá de sus respectivos contextos, la coherencia que marcó sus vidas sigue teniendo un valor inestimable.
Fuentes: Cubadebate, Granma, Juventud Rebelde
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