Adiós a El árbol del blues, programa icónico de Radio Sancti Spíritus
Durante años, el programa El árbol del blues, más que una propuesta musical en la parrilla de Radio Sancti Spíritus, fue una suerte de ritual semanal para melómanos empedernidos, un refugio sonoro donde confluyeron el alma del Mississippi y las historias del sur profundo de los Estados Unidos, con la sensibilidad de una audiencia espirituana ávida de sonidos distintos. Ahora, con su reciente salida del aire, se cierra un ciclo que marcó un antes y un después en la manera de entender la radio musical en el territorio.
El espacio, transmitido de lunes a sábado y a las ocho de la noche, ofrecía media hora de música cuidadosamente seleccionada y comentada por su creador y conductor, el realizador Jorge Luis Lorenzo. No era un programa convencional ni se parecía a ninguna otra propuesta en la programación provincial.
Por casi cuatro décadas en que se mantuvo al aire, abordó la evolución del blues desde sus raíces africanas hasta sus ramificaciones contemporáneas, pasando por sus fusiones con el jazz, el rock, el soul y el country. Artistas como Robert Johnson, B.B. King, Muddy Waters, Etta James, Janis Joplin y Stevie Ray Vaughan convivieron en un mismo universo auditivo con figuras menos conocidas, pero igualmente vitales para la historia del género. La selección era amplia, profunda y, sobre todo, respetuosa del canon.
El mayor mérito del programa no estaba, sin embargo, en la música que transmitía, sino en su capacidad para educar y emocionar al oyente. Su conductor presentaba los temas y los contextualizaba con un rigor que no restaba sensibilidad, explicaba las circunstancias sociales en que se compuso un tema, los conflictos internos del artista, la estructura musical de un riff o las conexiones políticas de una canción. Esa mezcla de conocimiento, pasión y compromiso convirtió a El árbol del blues en una clase magistral radiofónica.
La despedida del programa no ha sido fácil para sus seguidores. En redes sociales locales y espacios de opinión de la emisora, varios oyentes han expresado su pesar y su gratitud. Para muchos, fue una puerta de entrada a un mundo musical desconocido, una fuente de aprendizaje constante y una compañía fiel durante años.
Más allá de la nostalgia, la despedida de El árbol del blues plantea interrogantes sobre el lugar que ocupan las propuestas culturales de nicho en los medios provinciales. En un panorama radial donde muchas veces predominan las fórmulas fáciles, los géneros comerciales y la estandarización del contenido, espacios como este representaban una necesaria disonancia: una apuesta por lo minoritario, por la calidad y por la profundidad temática.
No se sabe si algún día El árbol del blues volverá a florecer en el éter espirituano. Lo que sí es seguro es que su legado permanecerá en la memoria de quienes cada noche, a la misma hora, sintonizaban para escuchar no solo música, sino también historias, sentimientos y raíces. Como las viejas canciones del delta del Mississippi, el eco del programa seguirá vibrando mucho tiempo después de que la última nota se haya desvanecido.
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