¿Cómo hacer valer el derecho a desconectar?
El “derecho a desconectar” ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente con la expansión del teletrabajo y las tecnologías móviles que permiten una conectividad casi permanente.
En tiempos de la conectividad digital constante y la flexibilidad laboral, uno de los mayores desafíos para los trabajadores es aprender a desconectar de las responsabilidades laborales una vez finalizado su horario. El concepto de “derecho a desconectar” ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente con la expansión del teletrabajo y las tecnologías móviles que permiten una conectividad casi permanente.
El derecho a desconectar se refiere a la posibilidad de que los trabajadores dejen de estar disponibles para sus empleadores fuera de sus horas laborales sin que ello conlleve consecuencias. En términos sencillos, es el derecho de los empleados a poder dejar de responder correos electrónicos, atender llamadas o realizar tareas relacionadas con el trabajo cuando ya ha finalizado su jornada. Este concepto ha sido adoptado por algunos países en sus legislaciones laborales como una forma de proteger la salud mental y física de los trabajadores, promoviendo un equilibrio entre la vida laboral y la vida personal.
En la actualidad, este derecho es especialmente relevante en el contexto del teletrabajo y la digitalización. La capacidad de acceder a los sistemas laborales desde cualquier lugar, en cualquier momento, ha diluido las fronteras entre el trabajo y el hogar. Esto ha generado un fenómeno que ha sido denominado “la cultura de la disponibilidad constante”, donde los empleados sienten que deben estar siempre conectados, respondiendo a correos electrónicos o mensajes incluso fuera de su jornada laboral.
En Cuba, la situación es diferente, pero no menos relevante. A pesar de los avances en la conectividad en los últimos años, las tecnologías de comunicación no están al alcance de todos por igual, y muchos trabajadores aún se enfrentan a desafíos logísticos para mantener contacto constante con sus empleadores o colaboradores. Sin embargo, el concepto de “desconectar” se ve igualmente afectado por factores socioculturales y económicos.
En este contexto, la implementación del derecho a desconectar puede ser aún más desafiante. Si bien la mayoría de los trabajadores cubanos no enfrentan el mismo nivel de saturación digital que en otros países, la sobrecarga de responsabilidades laborales y la necesidad de hacer malabares entre diferentes tareas para lograr resultados en un entorno económico complejo sigue siendo una realidad cotidiana. Esto puede generar, en muchos casos, la sensación de que nunca se tiene tiempo para descansar completamente, y el tiempo personal queda reducido a mínimos.
¿Cómo podemos, entonces, aplicar literalmente el derecho a desconectar fuera del horario laboral, incluso en un país como Cuba, donde las condiciones laborales son muy particulares?
- Establecer límites claros: La clave para aplicar el derecho a desconectar radica en definir límites claros entre el trabajo y la vida personal. Esto incluye, por ejemplo, acordar con empleadores y compañeros de trabajo horarios específicos para consultas o interacciones fuera del horario laboral. Es fundamental que todos los implicados respeten estos límites, entendiendo que la vida personal del trabajador es un espacio que debe ser preservado.
- Gestionar las expectativas: En muchos casos, la cultura laboral no está preparada para un “desconectar” radical, y existe una presión implícita para estar disponible. Sin embargo, se puede gestionar la expectativa de disponibilidad mediante una comunicación proactiva. Por ejemplo, se puede informar de antemano sobre los horarios de disponibilidad y evitar generar expectativas de respuesta inmediata.
- Crear espacios de desconexión física y mental: El espacio físico en el que trabajamos también influye en nuestra capacidad para desconectar. En el caso del teletrabajo, es esencial crear un espacio específico para el trabajo dentro del hogar, de manera que al final de la jornada laboral, se pueda literalmente “salir” de ese espacio y, con ello, cerrar la jornada de trabajo. Además, es importante que los trabajadores se comprometan a desconectar mentalmente, realizando actividades que favorezcan el descanso, como leer, hacer ejercicio o disfrutar de un tiempo de ocio.
- Apoyo institucional y legal: Para que el derecho a desconectar sea verdaderamente efectivo, se requiere el apoyo institucional. En Cuba, las instituciones laborales deben fomentar una cultura de respeto hacia el tiempo personal de los trabajadores. Si bien esto puede ser un desafío en un sistema económico con limitaciones, las autoridades podrían trabajar en estrategias que promuevan el equilibrio entre la vida laboral y la vida personal.
Aplicar el derecho a desconectar no solo mejora la productividad a largo plazo, sino que también contribuye a una sociedad más saludable y equilibrada, donde los trabajadores pueden disfrutar de su tiempo personal y recuperar la energía para enfrentar los retos del día siguiente. En última instancia, este derecho no es un lujo, sino una necesidad esencial para una vida laboral y personal más sostenible.
Fuentes: Juventud Rebelde, Alma Mater
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