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Yenisey Eguino Ortega, 35 años enseñando inglés con el corazón

Yenisey Eguino Ortega, 35 años enseñando inglés con el corazón

En la escuela primaria Mártires del Granma, en Sancti Spíritus, hay un aula donde cada mañana se escucha un coro de voces infantiles diciendo “Good morning, teacher”.

Allí, detrás de ese saludo que ya es tradición, está Yenisey Eguino Ortega, una profesora de inglés que lleva más de 35 años sin soltar la tiza, la vocación ni la alegría de enseñar.

Su historia es la de una educadora que nunca ha dejado el magisterio y que, a pesar del tiempo y las dificultades, sigue entrando cada mañana al aula con la misma ilusión de sus primeros días.

Una vocación que nació temprano

Yeny descubrió su camino siendo apenas una adolescente. “Cuando terminé la vocacional en Santa Clara me di cuenta de que tenía talento para ser maestra de inglés”, recuerda. En aquellos años se abría la formación de los primeros maestros de inglés a nivel nacional, y ella no dudó en pedir la carrera. “Sentí que era lo mío.”

Formó parte de la primera graduación de maestros primarios de inglés de la escuela Rafael María Mendive de Sancti Spíritus, un hecho que aún la llena de orgullo. “Le debo a ese centro todo lo que sé. Nos enseñaron a educar, a dominar el idioma y a formar nuevas generaciones. Nos prepararon para la vida.”

Los años que marcaron su camino

Sus inicios como docente fueron, según dice, “los más maravillosos” de su vida. Recién graduada, fue enviada a cumplir el servicio social a Trinidad, donde impartió clases en tres escuelas primarias. “Dábamos 18 turnos de clase a la semana y siempre obtuve la categoría de MB. Me encantaba impartir clases.”

Ese entusiasmo no se ha apagado. Sus estudiantes —los de ayer y los de hoy— coinciden en que sus lecciones son dinámicas, alegres y profundamente motivadoras. Ella lo resume con sencillez: “Mi secreto es llegar al aula con mucho amor en el corazón. Cambiar la rutina, usar canciones, juegos, técnicas diferentes. Los niños sienten cuando uno enseña con cariño.”

Una misión que cambió su vida

En 2019, en plena pandemia, Yeni cumplió misión en Jamaica. Fue un reto profesional y humano. “Trabajé casi tres años cerrada, con una laptop, usando Zoom y otras plataformas. Pero fue una bendición. Conocí la cultura jamaicana y enseñé también con el corazón allá.”

El aula como refugio

Aunque ha trabajado en varios niveles educativos, su mayor alegría está en los más pequeños. “Lo más maravilloso es trabajar con niños de primero a sexto grados. A ellos les enseñamos los primeros sonidos, las primeras palabras. Se motivan con canciones, con juegos, con todo lo que uno hace desde el amor.”

Si tuviera que resumir su vocación en una imagen, sería la forma en que los niños la reciben cada mañana. “Cuando me dicen ‘Good morning’ con las palabras que yo les enseño… ese amor que me dan y que yo les doy, eso me marca todos los días.”

Lo que espera dejar en ellos

Cuando piensa en el futuro, Yeni no desea grandes monumentos. Solo quiere que sus alumnos recuerden las canciones y los juegos que compartieron. “Domino 30 o 40 canciones infantiles y cada vez que se las canto se emocionan. Eso quiero que se lleven conmigo.”

Y de hecho, ya sucede. “A veces llego al hospital o a cualquier lugar y me abrazan. Me dicen ‘my teacher’. Me hablan en inglés. Eso me llena el alma.”

Un mensaje para los nuevos maestros

A los jóvenes que hoy comienzan en la enseñanza del inglés les deja un consejo sencillo y profundo: “Que tengan amor por su profesión. Que vayan al aula bien preparados, con deseos de recibir a los niños, a los adolescentes, a los adultos. Que estudien, que se esfuercen.”

El orgullo de una vida dedicada a enseñar

A pesar de los tiempos difíciles, no imagina su vida lejos del aula. “Una de las cosas que más amo es que los niños me saluden en inglés: ‘Good morning teacher, how are you this morning?’ Ver los resultados, sentir el reconocimiento de los padres, que los niños me visiten en la casa… Vivo orgullosa de mi profesión y de la profesora que siempre he sido.”

Treinta y cinco años después, la profesora Yenisey sigue entrando al aula con la misma luz. Y basta verla rodeada de niñas y niños para entender que, más que una ‘teacher’ de inglés, es una sembradora de afectos, de palabras nuevas y de futuros posibles.

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