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Carlos J. Finlay, un médico adelantado a su tiempo

Carlos J. Finlay, un médico adelantado a su tiempo

Más que fechas en el calendario, las conmemoraciones son recordatorios de historias que marcaron el rumbo de sociedades enteras. De ahí que cada 3 de diciembre se celebre el Día de la Medicina Latinoamericana, una jornada que invita a reflexionar sobre el papel de la ciencia y la salud en la vida de los pueblos. El origen de esta efeméride se encuentra en la figura de un médico cubano cuya obra trascendió fronteras: Carlos J. Finlay.

Nació en 1833 en Camagüey, pero se formó en Europa y Estados Unidos, desde donde regresó a su país con una visión amplia y una vocación marcada por la investigación. Su inquietud científica lo llevó a enfrentarse a uno de los grandes desafíos de su época: la fiebre amarilla, enfermedad que diezmaba poblaciones y frenaba proyectos de desarrollo.

En 1881, Finlay presentó su hipótesis de que el mosquito Aedes aegypti era el transmisor de la fiebre amarilla. Aunque inicialmente fue recibido con escepticismo y más de una vez se intentó robar la autoría de sus hipótesis, su planteamiento se convirtió en un descubrimiento fundamental para la medicina moderna. Con ello, abrió el camino a la epidemiología tropical y a nuevas estrategias de prevención que salvaron millones de vidas.

El aporte de Finlay no se limitó a la teoría científica, ya que sus hallazgos tuvieron consecuencias prácticas de enorme alcance. La construcción del Canal de Panamá, por ejemplo, solo pudo completarse gracias a la aplicación de sus ideas sobre el control de la fiebre amarilla. Además, su trabajo consolidó la importancia de la salud pública como motor del progreso social y económico.

El Día de la Medicina Latinoamericana, instaurado en honor a su natalicio, es un reconocimiento a la figura de Finlay y, al mismo tiempo, a todos los profesionales de la salud que han dedicado su vida al bienestar de los pueblos de la región. En Cuba, la fecha coincide con el Día del Trabajador de la Salud Pública, lo que refuerza el carácter simbólico de la jornada.

La conmemoración recuerda que la medicina en América Latina no es solo ciencia, sino también compromiso social y humanismo. Finlay encarna esa unión entre conocimiento y servicio, entre investigación y entrega.

Más de un siglo después, el legado de Finlay sigue vivo. Las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, el zika, el oropouche o el tan molesto y contemporáneo chikungunya, mantienen vigente la relevancia de sus descubrimientos. Su vida es ejemplo de perseverancia y visión, de cómo una idea puede transformar la historia de la salud mundial.

El Día de la Medicina Latinoamericana es, en definitiva, una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la investigación científica y el compromiso ético de los profesionales de la salud. En cada hospital y en cada comunidad atendida, late aún el espíritu de Carlos J. Finlay, recordándonos que la medicina es, ante todo, un acto de responsabilidad y esperanza.

Fuentes: Cubadebate, Cubahora, Cubasí

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