¿Demasiadas opciones? Así funciona el espejismo de la libertad
En un mundo cada vez más saturado de estímulos, productos y decisiones, la idea de que más opciones equivalen a mayor libertad ha sido elevada a dogma. Sin embargo, estudios psicológicos y experiencias cotidianas demuestran que la abundancia de alternativas no siempre nos empodera. Por el contrario, puede paralizarnos, generar ansiedad y erosionar nuestra capacidad de tomar decisiones conscientes y satisfactorias.
La paradoja de la elección, como la denominó el psicólogo Barry Schwartz, plantea que cuando enfrentamos demasiadas opciones, el proceso de decidir se vuelve abrumador. En lugar de sentirnos libres, nos vemos atrapados en un laberinto de posibilidades que compiten por nuestra atención. Esta sobrecarga cognitiva puede llevar a la indecisión, al arrepentimiento posterior y a una constante insatisfacción, incluso cuando la elección realizada es objetivamente buena.
Este fenómeno se manifiesta en múltiples esferas de la vida moderna,desde algo tan cotidiano como elegir un producto en el mercado, hasta decisiones más trascendentales como escoger una carrera, una pareja o un estilo de vida. En sociedades donde el consumo se ha convertido en eje central, la multiplicidad de opciones se presenta como símbolo de progreso. Pero, ¿qué ocurre cuando esa aparente libertad se convierte en una trampa?
En Cuba, donde los valores de colectividad, equidad y racionalidad han guiado históricamente el desarrollo social, esta reflexión adquiere una dimensión particular. La planificación consciente de lo esencial ha permitido que, incluso en contextos de limitaciones materiales, se preserve la dignidad humana y se evite el caos que genera el exceso. En este sentido, la experiencia cubana ofrece una perspectiva crítica frente al modelo de consumo desenfrenado que impera en otras latitudes.
La psicología social ha demostrado que, ante muchas alternativas, las personas tienden a postergar decisiones, temiendo equivocarse. Esta parálisis decisoria no solo afecta el bienestar individual, sino que puede tener implicaciones colectivas. En contextos donde se requiere acción rápida y coordinada —como ante desafíos sociales o ambientales— la dispersión de opciones puede debilitar la respuesta comunitaria.
No se trata de promover la escasez ni de negar la importancia de la diversidad. Se trata de reconocer que la verdadera libertad no reside en tener infinitas alternativas, sino en contar con opciones significativas, accesibles y alineadas con nuestros valores. En este sentido, el modelo cubano, con su énfasis en la planificación, la solidaridad y la educación, ofrece herramientas para formar ciudadanos capaces de decidir con conciencia, sin quedar atrapados en el espejismo de la abundancia.
La cultura del exceso, promovida por lógicas mercantiles, nos invita a creer que más siempre es mejor; pero la experiencia y la ciencia nos enseñan que, muchas veces, menos es más. En la sencillez, en la claridad, en la orientación hacia lo colectivo, encontramos alivio y poder para decidir sin miedo, para actuar con propósito y para construir una sociedad más justa y menos alienada.
Fuentes: Revista Cubana de Psicología, Revista Bohemia
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