Lidis Lamorú: Luz que canta, corazón que siembra
Celebró Lidis Lamorú sus 32 años de vida artística con concierto infantil para todos los espirituanos. Foto: Dileán Sousa
En las inmediaciones de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena de la ciudad de Sancti Spíritus, bajo un cielo que ha visto crecer generaciones, Lidis Lamorú ofrece su más reciente espectáculo: Luz y Corazón. No es solo un título, sino una declaración de principios. Luego de 32 años de vida artística dedicados a la música infantil, esta cantautora ha convertido su obra en un puente entre la ternura de la primera infancia y la profundidad del pensamiento humano.
“Somos luz porque vamos iluminando el camino de los más pequeños; somos corazón porque canto con el mío”, dice Lamorú al explicar la esencia de su última producción discográfica, lanzada bajo el sello Bis Music. En ella, se reúnen géneros, ritmos y mensajes pensados no solo para entretener, sino para educar, acompañar y transformar.
Su propuesta artística nace de una convicción pedagógica y humana: los niños no están solos. “Cuando trabajas con ellos, también trabajas con sus familias, sus maestros, sus comunidades”, afirma. Por eso, en sus canciones conviven onomatopeyas del círculo infantil con moralejas inteligentes, textos sencillos que, sin perder profundidad, se adaptan a todas las edades. “La música infantil no es lo mismo que la música para niños”, aclara. “Una es para quienes aún no saben leer ni escribir, pero ya conocen lo blando y lo duro, lo alto y lo bajo; la otra es para quienes ya pueden reflexionar sobre el mundo desde una melodía”.
Este enfoque inclusivo ha permitido que su público sea profundamente heterogéneo: desde bebés hasta abuelos, todos encuentran en su repertorio un lugar donde sentirse protagonistas. En Luz y Corazón, incluso su hija se suma por primera vez al escenario, interpretando un tema de su autoría y acompañando al piano. “Es un regalo ver cómo el legado se teje en familia”, confiesa con emoción.
Detrás de cada canción hay una maestra. Antes de ser cantautora, Lamorú fue profesora de Ciencias Sociales, con especialidad en Historia. Durante cuatro años ejerció en las aulas hasta que llegó El patio de Gabriela, su primer gran proyecto artístico, que la obligó a elegir. “O eres una cosa y lo haces bien, o eres la otra”, recuerda. En 2006 se consolidó oficialmente como cantautora y actriz, y desde entonces no ha dejado de perfeccionarse. Hoy suma 12 discos, seis formatos sonoros y 24 videos animados —14 de ellos producidos por los estudios Icaic— que han llevado su obra a cada rincón de Cuba.
Pero, más allá de los números, lo que define su trayectoria es la conexión auténtica con su público. “Mis canciones han sido sembradas por padres que antes eran niños que me veían en televisión. Ahora las cantan con sus hijos”, dice con orgullo. Esa cadena de afecto se ha fortalecido en Sancti Spíritus, donde recientemente realizó una gira provincial que abarcó desde Trinidad hasta Fomento. “El pueblo merece ver esto afuera, en la calle, con todos juntos”, insiste.
El proceso no ha estado exento de desafíos: enfermedades, pérdidas personales, imprevistos climáticos… Pero Lamorú y su equipo —incluyendo a los colectivos artísticos del compañías infantiles del Consejo de Casas de Cultura como La Colmenita Espirituana, Haciendo futuro, Los Yayaberitos y Andarte— han persistido con fe y disciplina. “No nos podemos quedar haciendo huelga de brazos caídos”, dice con firmeza.
Su esposo, Joel Martín Montero, director artístico del espectáculo y padre de sus hijas, comparte con ella esa “sangre de amor a la infancia”. Juntos han demostrado que trabajar con niños no es improvisación, sino rigor, paciencia y compromiso. “Ellos no piensan como nosotros, pero todo se logra con amor y límites claros”, asegura.
Al final del día, lo que más agradece Lamorú es la transparencia: “Aquí en Sancti Spíritus, las personas son tal cual son. Y yo también”. En un mundo donde lo auténtico escasea, su obra es un recordatorio poderoso: que la infancia merece arte de verdad, que la familia es la primera escuela y que, como decía Martí, “los niños son los mejores maestros”.
Con Luz y Corazón, Lidis Lamorú no solo celebra 32 años de trayectoria: reafirma su misión de seguir iluminando senderos, con música, con corazón y con la certeza de que nada se hace en vano cuando se siembra amor.
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